* La debilidad política de Castillo
* Crece inconformismo nacional
Lamentablemente la inestabilidad política ha sido una de las máculas de Perú en las últimas décadas. Una circunstancia que ha empañado el histórico logro de haber derrotado al movimiento subversivo de tendencia maoísta Sendero Luminoso. De igual manera, tras sufrir numerosos alzamientos castrenses en los siglos XIX y XX, incluso alguno de corte de izquierda nacionalista, en los tiempos recientes han sido la justicia y los militares los que se han convertido en firmes columnas de un sistema democrático amenazado. Fue también esa sociedad inca la que superó el fatídico episodio bélico con Ecuador. De hecho, sorprende que pese a la sucesión de presidentes destituidos, enjuiciados o renunciados, así como a los recurrentes escándalos de corrupción, este país latinoamericano haya conseguido avanzar en su aparato productivo, promover los negocios y mantener uno de los niveles más altos de crecimiento económico en el continente. Incluso no son pocos los analistas que consideran que el hecho de que el sistema judicial haya logrado procesar a mandatarios, ministros y altos funcionarios, imponiendo incluso condenas o forzándolos a dejar los cargos, es uno de los activos más importantes de esa nación.
Sin embargo, la inestabilidad política no termina. De la accidentada elección presidencial del año pasado se desembocó en un creciente clima de incertidumbre a todo nivel bajo el gobierno del profesor rural y dirigente de izquierda radical Pedro Castillo, quien en los pocos meses que lleva en el poder ya suma varios intentos de destitución, crisis ministeriales al por mayor y ahora una revuelta social, derivada en gran parte de un reajuste al precio de los combustibles, una medida insostenible en medio de un pico inflacionario.
De allí que bien se puede concluir que los mayores problemas que estremecen por estos días a los peruanos, y que tienen a centenares de miles protestando en las calles, obedecen a la constante preocupación que generan los entuertos de un mandatario que no tiene formación en asuntos de Estado ni experiencia en la cosa pública. La designación de integrantes del gabinete con pasado cuestionable o involucrados en presuntos negociados tiene el desprestigio del mandatario en lo más alto. Hay casos escabrosos como el del ex Secretario de la Presidencia que guardaba varios miles de dólares en mochilas en el baño de su despacho oficial. Aumenyta el temor en el sector privado por el rumbo de las reformas económicas, que lejos de enrutarse a disminuir la pobreza y exclusión social agravadas por la pandemia, ponen en peligro la confianza inversionista, la estabilidad jurídica, el clima de negocios y hasta las conquistas en subsidios y programas para las clases más vulnerables.
Una prueba de ello es que si bien una semana atrás no se alcanzaron los votos suficientes en el Parlamento para aprobar una moción en el Parlamento que buscaba destituir a Castillo, el jueves pasado ese mismo Congreso dio vía libre a otra moción de la oposición -de carácter no vinculante- que reclama la renuncia del Presidente. Se alega incapacidad gubernamental y desconocimiento de la política y los asuntos administrativos más elementales.
Hay en las calles un descontento que viene creciendo por los efectos de la pandemia y el alza de los precios al consumidor que el gobierno no ha podido conjurar. El Ejecutivo pisa tierra movediza y no se sabe si podrá sostenerse en el tiempo. Y lo peor es que los expertos consideran que cualesquiera fuese el gobernante de izquierda, con las ideas del llamado ‘Socialismo del siglo XXI’ siempre se va a la ruina, como se ha demostrado varios países. Las políticas asistencialistas y el derroche de los dineros públicos, así como la tendencia a nacionalizaciones y expropiaciones, junto a la presión y ahogo del sector privado, constituyen un libreto empobrecedor conocido en el continente.
Algunas instancias internacionales que monitorean las economías de Suramérica advierten ya que de seguir Castillo en el poder, a menos que dé un timonazo en su programa, el retroceso económico del Perú será drástico a corto plazo y aumentará de manera peligrosa la desigualdad social y la pobreza. Incluso hay quienes hablan -afortunadamente sin síntoma verídico alguno- de malestar en el estamento castrense, sobre todo por algunas designaciones y declaraciones de funcionarios con pasado oscuro. También se multiplican las denuncias sobre altos cargos y familiares de Castillo que estarían obteniendo prebendas…
No se sabe qué pase con este nuevo instrumento legislativo para forzar la renuncia o destitución presidencial. Varios observadores consideran que la oposición de centro y derecha no tiene los votos ni la legitimidad política. Sin embargo, más allá de ese pleito político lo grave es que la mayoría de los peruanos no ven en su Jefe de Estado un líder con la capacidad de darle estabilidad institucional al país y a partir de ella generar una ruta de progreso.