Tala vs. cambio climático | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Noviembre de 2015

* Alarmante aumento de la deforestación

* Los ojos del mundo puestos en cumbre de París

 

EL  mundo tiene su atención fijada en la conferencia sobre cambio climático que se abrirá en próximos días en París donde debe concretarse la nueva hoja de ruta para combatir el calentamiento global que hoy por hoy está considerado como la mayor amenaza planetaria y para la supervivencia misma de la raza humana. Como lo hemos reiterado en estas páginas, esa es una misión que atañe a todas las naciones, pero es claro que la mayor responsabilidad recae en las grandes potencias por ser éstas las mayores emisoras de gases de efecto invernadero. Colombia, pese a que solo genera alrededor del 0,66 por ciento de éstos, es, después de Honduras, el segundo país en todo el mundo más vulnerable a los impactos del cambio climático, sobre todo en sus zonas costeras, con un aumento de la degradación de sus ecosistemas marinos y fluviales, afectación de un cincuenta por ciento del territorio nacional por la modificación del régimen hidrológico, el riesgo de desertificación de suelos, una menor producción agrícola, un incremento de inundaciones, la disminución de la extensión de bosques naturales y todas las consecuencias derivadas en materia de deterioro de la riqueza medioambiental y su consecuente coletazo negativo sobre la calidad de vida de la población.

 

De allí, entonces, que para Colombia sean de trascendental importancia los compromisos que se asuman en la cumbre de París, en donde nuestro país oficializará su meta de reducir en un veinte por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030, porcentaje que podría aumentar a veinticinco o treinta por ciento dependiendo de los recursos de cooperación internacional que reciba para redoblar sus políticas de mitigación y adaptación al cambio climático, sobre todo en los sectores agropecuario, forestal y de otros usos de suelo, así como en transporte, industria, generación eléctrica, vivienda, disposición de residuos y reconversión productiva sostenible en hidrocarburos y minería.

 

Sin embargo, así como es prioritario para nuestro país lo que ocurra en París, a nivel de compromisos globales para atacar las consecuencias del cambio climático, también lo es combatir de manera más efectiva las causas del mismo a nivel interno. El informe revelado la semana anterior en torno de que la tasa de deforestación aumentó un dieciséis por ciento de 2013 a 2014 es a todas luces preocupante y sorprende, por lo tanto, el poco eco público que tuvo. Se detectó que el Caquetá es el departamento con mayor tasa de disminución de la zona boscosa, seguido por Antioquia, Meta, Putumayo y Chocó. Por regiones la amazónica es la más afectada por deforestación, con cuarenta y cinco por ciento, después la Andina con veinticuatro por ciento del total nacional. En cifras globales, Colombia pasó de tener cincuenta y nueve millones ciento treinta y tres mil seiscientas treinta y seis hectáreas de superficie boscosa natural en 2013 a cincuenta y ocho millones novecientas sesenta y cuatro mil quinientas cuarenta y tres hectáreas el año pasado. A eso se suma que de las 120.934 hectáreas de superficie deforestada hace dos años se pasó a 140.000.356 hectáreas el año pasado.

 

Las causas de este deterioro de la riqueza de los bosques en el país continúan siendo las mismas, pese a los ingentes esfuerzos realizados por el conjunto de autoridades nacionales, regionales y locales en la última década. De un lado está la minería ilegal, sobre todo en la región del Pacífico y Antioquia. También está la conversión de zonas boscosas en áreas agropecuarias, en especial de pastos, fenómeno que se presenta con mayor incidencia en Putumayo, Caquetá, Guaviare, Casanare, Arauca, Santanderes, Antioquia y Nariño. La tala ilegal continúa, por igual como otra de las principales amenazas en distintas zonas del país y a hoy está detectado que el cuarenta por ciento de la madera que se comercializa en Colombia corresponde a este fenómeno. A ello hay que sumarle las grandes extensiones forestales afectadas por los incendios, así como una mayor tasa de destrucción de árboles por el aumento de los cultivos ilícitos, sobre todo en Caquetá, Norte de Santander, Putumayo, Guaviare, Meta, Nariño y Antioquia.

 

Es obvio, entonces, que así como el país debe exigir en la cumbre sobre cambio climático en Francia, que se adopte una estrategia más contundente para disminuir el calentamiento global, paralelamente debe ser más eficiente en el combate a las causas del efecto invernadero a nivel interno pues es un campanazo muy grave que la tasa de deforestación haya aumentado un 16 por ciento de un año a otro.