Voluntad política conservadora
Foro contra el marasmo crónico
La directiva nacional del Partido Conservador, que preside Omar Yepes Álzate, se reúne hoy en un Foro deliberativo en Hatogrande con elementos prestantes y representativos de todo el país, para presentar y acordar soluciones de los problemas más acuciosos de Colombia. Se trata de hacer un esfuerzo mental para decidir sobre los asuntos de Estado esenciales que debe atender el conservatismo en tiempos de crisis. La falta de una estrategia común se ha convertido en una de las falencias del partido conservador que lo debilita a la hora de afrontar los debates políticos que atañen a la vida colectiva de nuestra sociedad, como a los problemas fundamentales por resolver. La jerarquía y la militancia del partido carecen de una información puntual sobre la visión y vigencia de los postulados conservadores. Se ignora con frecuencia que en un país azotado por la violencia y la anarquía es cuando más se necesita lo conservador por cuanto nuestro compromiso histórico de defender el orden es esencial para combatir la anarquía, como para avanzar con inteligencia en el esfuerzo por alcanzar la paz. Sin orden la seguridad es una utopía y la libertad periclita. En ese sentido es fundamental proseguir la defensa activa de la democracia y recordar que la misma se fundamenta en el equilibrio de poderes. Precisamente ad portas de las elecciones por renovar los cuerpos colegidos debe pensar el partido en sus mejores hombres para devolverle la majestad al Congreso.
Los partidos políticos nacen, crecen y mueren. La supervivencia partidista depende de la capacidad de renovación y de confrontarse con inteligencia con otras fuerzas políticas. El Partido Conservador en otros tiempos se distinguió por defender a ultranza el bien común, proseguir ese objetivo le permitía manejar el cambio y propiciar las más ambiciosas reformas sociales, como proteger nuestros intereses en todos los campos, así como el desarrollo nacional y capitanear un sano nacionalismo. Frente al egoísmo individualista al que tiende a derivar la política colombiana lo conservador con Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, en el esquema nacionalista deriva en un sentido misional de engrandecimiento nacional en todos los campos, que es el mismo que han promovido los más destacados dirigentes conservadores del siglo XX y que debemos elevar a consigna histórica nuestra en el siglo XXI.
Lo conservador en estos tiempos de anarquía y oscuridad conceptual debe iluminar la política nacional con la defensa activa de nuestra soberanía contra el fallo injusto de La Haya y las pretensiones expansionistas de Nicaragua, que apuntan a encerrar como un enclave en su mar el archipiélago de San Andrés, Providencia, Santa Catalina y los cayos e islotes, con miras a llegar a las costas de Cartagena.
Le corresponde a lo conservador asumir el compromiso de impulsar el desarrollo del país en la zona periférica, que es la más castigada por la violencia y donde se acumula gran parte de la riqueza nacional. Esas regiones están a la deriva y el Estado no ejerce el pleno ejercicio de ley. Lo conservador debe propiciar un Plan de Desarrollo que busque incorporar esas zonas al orden y la producción. En ese sentido una de las metas en la Orinoquia es la de fomentar bosque en unos 6 u 8 millones de hectáreas, que podrían producir los dividendos para que los desmovilizados de todos los sectores y los inversionistas y campesinos que se acojan a ese proyecto productivo puedan vivir dignamente. Lo mismo que es esencial fortalecer la infraestructura en la periferia signada por la ominosa violencia, región semejante al cerrado del Brasil, que puede convertirse en el motor agrícola y productivo nacional. Parte de las utilidades de la minería se pueden emplear en estimular el desarrollo agrícola de la periferia.
La lucha conservadora por el bien común y el imperio del derecho, por los valores eternos de nuestra nacionalidad es la razón de ser de lo conservador. Nos interesa propiciar que nuestra Nación aproveche los avances de los últimos tiempos para promover el crecimiento cultural, científico y material, que nos permita lograr en las próximas décadas equipararnos a los países más avanzados. En ese sentido debemos promover la reforma de la justicia, fortalecer la familia, atender la salud y la pulcritud y eficacia administrativa. Difundir ese credo político entre nuestras gentes debe ser la obsesión del Partido para salir del marasmo y la obnubilación crónica de los últimos tiempos.