En la historia de la aviación comercial quizá nunca hubo tanto empeño, recursos, tecnología y personal en la búsqueda de una aeronave. El 8 de marzo decoló del aeropuerto de Kuala Lumpur un jet Boeing 777 de Malaysia Airlines con destino Beijing. A los pocos minutos desapareció de los radares. A bordo iban 239 pasajeros, la mayoría chinos, también algunos de otras nacionalidades. Casi de inmediato empezaron a trabajar grupos especializados en localizar naves perdidas.
El Centro de Coordinación Internacional de Búsqueda -JACC- es el ente que se ha encargado de organizar las tareas encaminadas a hallar el avión. Frente a este suceso hay diversas hipótesis, entre éstas la de que la aeronave fue desviada deliberadamente a miles de kilómetros de la ruta programada. En mayo la búsqueda se enfocó hacia la zona de donde provenían unas señales acústicas que los investigadores pensaron que eran de la caja negra. Los datos de satélites señalaron su última ubicación a unos 1.600 kilómetros de la costa noroeste de Australia. Resultó tiempo perdido. La Oficina de Seguridad y Transporte de Australia -ATSB- concluyó que el área no es el lugar donde fue a parar el Boeing malasio. Asimismo el rastreo en el Océano Índico fue minucioso, de tal manera que no existe la posibilidad de que el fondo de las aguas de este mar sea el receptor del jet. La esperanza se había puesto en el submarino estadounidense Bluefin-21, con el que se exploró un espacio de 850 kilómetros cuadrados de océano en el propósito de hallar el avión. Tampoco encontraron nada.
Desde el momento en que se perdió contacto con el aparato se conformaron equipos para investigar el hecho, con participación de expertos de numerosos países. Luego de corroborar las autoridades australianas que en la amplia extensión oceánica no había rastros del Boeing, el jueves pasado se suspendieron labores en la zona. Sin embargo, en Australia insisten en la tesis de que el Boeing de Malaysia Airlines llegó al sur del Océano índico. Los investigadores no van a cejar en su misión y expresaron que la siguiente fase será rastrear el fondo marino con técnicas sofisticadas, en puntos no cartografiados. Además, se tornará a revisar y analizar toda la información que existe y ampliar la búsqueda a unos 60.000 kilómetros cuadrados. Para este objetivo un barco chino está en el cometido de cartografiar el océano y luego comenzará a buscar el avión. Esta operación se iniciará en agosto y podría demorarse un año. Donde hay mayor interés en encontrar el aparato es en China. El primer ministro de ese país ha sugerido a su colega de Malasia que se debe trazar un nuevo plan serio para hallar el jet.
Es evidente que el caso ha estado rodeado de misterio. Los familiares de los pasajeros manifiestan su disgusto y frustración, ya que no hay señales que permitan ubicar a sus seres queridos que viajaban en el avión. En la búsqueda se ha desplegado una campaña sin precedentes, en la que han estado inmersas agencias de distintos países, incluso la NASA, datos de satélites. Un esfuerzo gigantesco sin resultados positivos. Y no se van a dar por vencidos. Mientras tanto habrá tiempo para especulaciones y los guionistas cinematográficos quizá estén pensando en recrear la historia y adicionarle algo de ficción, como eso de que la nave estaría en la ‘dimensión desconocida’. Podría titularse ‘Enigma MH370 sin resolver’. Es posible que el filme llegara a ser exitoso dada la publicidad que ha tenido y la expectativa en todo el mundo por la suerte del Boeing 777 y sus 239 pasajeros. La película sería estímulo para intensificar los operativos de búsqueda y descubrir al fin qué pasó con la aeronave malasia. Por ahora se está como el primer día: en cero la búsqueda. Así que tendrán que arrancar de nuevo sin bases de apoyo sobre la desaparición del Boeing 777, que ha tenido al mundo pendiente, como en una novela, del desenlace.