Senado, filtro de la reforma | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Diciembre de 2023

* Urge enderezar el ajuste al sistema de salud

* Frenar en seco maniobrerismo del Gobierno

 

Si tuviera que buscarse un ejemplo de cómo no tramitar un proyecto de ley o acto legislativo en el Congreso, es claro que el accidentado avance de la iniciativa de reforma al sistema de salud en los dos debates en la Cámara de Representantes sería el más propicio.

Presentado a comienzos de este año, la discusión y aprobación del proyecto que ajusta el esquema de aseguramiento y atención médica en Colombia han estado rodeadas de cuantos vicios y anomalías en las que se puede incurrir en el trasegar parlamentario. La lista es muy larga, comenzando por las cuestionables movidas gubernamentales para sumar a ‘cuentagotas’ apoyos de los representantes de distintas colectividades, recurriendo incluso a ofrecimientos burocráticos y asignaciones presupuestales, en una clara y evidente violación no solo de la autonomía parlamentaria y la Ley de Bancadas, sino también de la disciplina partidista. Un procedimiento censurable que tuvo no solo a varios ministros sino al propio presidente de la República a la cabeza, al punto que buscó, fallidamente, llamar a sus bases populares para ejercer una malsana y desinstitucionalizadora presión al Legislativo.

A ello habría que sumar un manejo caprichoso y hasta burdo del orden del día y los debates por parte de las mesas directivas de la Comisión Séptima y la plenaria de la Cámara. No menos reprochables fueron los atropellos a las voces de la oposición, el tono continuamente agresivo e insultante de los congresistas oficialistas o el uso de ‘bodegas’ digitales para satanizar y discriminar a los críticos. Tampoco se había visto antes un escenario tan hostil para los criterios técnicos y posturas de los expertos, los gremios y los principales actores del sistema. Los argumentos objetivos y profundos fueron replicados continuamente con narrativas radicales, populistas y abiertamente ideologizadas. La gritería se impuso en muchos debates, además de los ‘carruseles’ de recusaciones, el leguleyismo para interpretar los mandatos de la Ley Quinta, la tergiversación de las cifras, los conciliábulos a altas horas de la noche en la Casa de Nariño, ministerios y otras oficinas oficiales… En fin, un accionar politiquero sin antecedentes.

Pero, sin duda alguna, el yerro más característico de estos diez meses en que la reforma a la salud apenas si ha podido superar sus primeros dos debates en la Cámara no es otro que la negativa del Gobierno a concertar los alcances de una iniciativa que, lejos de avanzar en la corrección de las falencias innegables del sistema, busca derruir un esquema considerado entre los mejores del mundo y que lleva tres décadas de funcionamiento. Todo ello para tratar de imponer un modelo anacrónico, comprobadamente ineficiente, estatizado al extremo, inviable desde el punto de vista de sostenibilidad financiera, con baja garantía de calidad y oportunidad en la atención y que, incluso, tendría un componente de manipulación política innegable. Ni siquiera el rompimiento de la coalición parlamentaria mayoritaria o la descalificación de las mayorías ciudadanas a la reforma, con voto castigo contundente en los más recientes comicios, vencieron la intransigencia gubernamental.

Ahora que se da como un hecho el paso del proyecto (faltan pocos artículos por aprobar mañana en la plenaria de la Cámara) a la Comisión Séptima del Senado y de allí al pleno de la cámara alta, se confía en que esta corporación, en donde los partidos independientes y de oposición son mayoría, pueda corregir el articulado en sus aspectos más sensibles: rol de las EPS, preservación de la iniciativa privada, libertad del afiliado para elegir a la entidad prestadora, garantías de calidad y pertinencia en el servicio, sostenibilidad financiera, pago de deudas a clínicas y hospitales, vigilancia efectiva a la inversión de los billonarios recursos, enfoque preventivo de salud pública y familiar, así como ampliación de cobertura territorial, uso de tecnologías de punta y acceso eficaz a medicamentos y tratamientos complejos, entre muchos otros aspectos que la polémica iniciativa en trámite no soluciona.

Ya en el pasado el Senado ha dado muestras de mayor seriedad, responsabilidad y ponderación frente a los dislates en la Cámara. Es evidente que al Gobierno le quedará muy difícil repetir en tercer y cuarto debates ese polémico maniobrerismo burocrático y presupuestal. Tampoco se vislumbra que vaya a amedrentar a las mayorías con ese discurso populista e incendiario al que acudió en los últimos meses.

Llegó, pues, la hora definitiva al proyecto de reforma a la salud. El mapa político de las bancadas es más sólido en el Senado y ello obligará al Gobierno y sus toldas minoritarias a concertar el articulado, ajustarlo a las necesidades objetivas para mejorar el sistema y responder a las expectativas de todos los colombianos y no solo de una fracción. Se procede en ese sentido o, simple y llanamente, la iniciativa se hundirá. Gajes de la realpolitik.