Seis meses a bordo de Peñalosa | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Junio de 2016

•          El cambio paulatino de la capital

•          Recuperar el sentido de pertenencia

 

Bogotá no puede, en manera alguna, darse el gusto de la improvisación. Mucho menos promover la inestabilidad como factor cotidiano y mecanismo para evitar la gobernabilidad. Como ocurre, ciertamente, con las pretensiones aisladas de revocatoria del mandato del alcalde Enrique Peñalosa. Que, por supuesto, más que acciones efectivas lo que buscan es generar réditos políticos a partir de la impopularidad que se avizora en las encuestas pero que no se compadece con las necesidades de la actualidad.

 

No deja de ser curioso, claro está, que el Alcalde mantenga dosis bajas de favorabilidad y su gobierno escasa aceptación. Se dijo una y mil veces que el que ganara entre el mismo Peñalosa y Rafael Pardo, previstos indistintamente en los sondeos de campaña de primero y segundo, no haría una gran diferencia por lo cual la cauda y las ideas de ambos quedarían fácilmente representadas en la Administración. De modo que, porcentualmente, la Alcaldía debería contar con amplios márgenes de favorabilidad.

 

De hecho existe, en el Concejo de Bogotá, una coalición amplia y duradera. Lo que ha permitido, a su vez, que la ciudad retorne, no sólo por las vías institucionales, sino que se hayan delineado prontamente los derroteros administrativos. Con buenos niveles de debate e ilustración la ciudad pudo, así, lograr un Plan de Desarrollo con una votación superlativa y allí ha quedado debidamente consignada la plataforma para los próximos años. De manera que cualquier intento de revocatoria debería, en tal caso, comprometer tanto a la Administración como al Concejo Distrital.

Pero como no se trata de eso sino de generar confusión con la tal revocatoria, la Alcaldía debería tener mayor músculo político. Desde el principio sectores de la oposición, como se pudo ver en las protestas de comienzos de año, han querido elevar el tono y hacerle la vida imposible al Alcalde. Existe un ánimo revanchista que no se compadece con los requerimientos citadinos. Sabido, sin embargo, que el actual burgomaestre no es dado a la polémica partidista, tampoco es dable abandonar los espacios y dejar prosperar los criterios opositores. Desde luego, hay una democracia y las controversias son bienvenidas dentro de los canales establecidos. Ante ello la Alcaldía, cuyo norte pareciera el de defenderse exclusivamente por los resultados de largo plazo, tendría no obstante que mantener un discurso permanente sobre la orientación que quiere dársele a la ciudad y los avances paulatinos que se pueden ir logrando en ese propósito. Porque, de lo contrario, los que pretenden un modelo diferente, y restablecer el anterior, tendrán espacio para conseguirlo.   

 

Es imposible, desde luego, que propuestas como la venta de la Empresa de Teléfonos de Bogotá tengan un recibo unánime. Y está bien, igualmente, que sea precisamente esta Administración la que determine una baja en las tarifas de agua. Dos facetas que algunos considerarían incongruentes con los criterios de inversión preponderantes pero que pueden acompasarse dependiendo del estado de cada empresa. Ello tiene que ser soportado en una gran estrategia de comunicaciones, mucho más en la época contemporánea donde la información fluye en tiempo real.

Al cumplirse el primer semestre de la nueva Administración es notable el cambio en varios aspectos, especialmente en la institucionalización y la organización de un gabinete sin tantas modificaciones,  aunque no han dejado de sorprender algunas en los cargos de mayor importancia. Igualmente se habrán dado graves imprudencias como en algún concepto jurídico de la Secretaría de Gobierno. Pero en general la retoma de las riendas administrativas ha servido para generar confianza. No hay duda de que la creación de la Secretaría de Seguridad ha sido plausible. Al igual que ha sido favorable la derogatoria de ciertas reglamentaciones que promovían la urbanización al estilo de colmenas, erosionando el ecosistema bogotano. En buena parte se destrabó la construcción de vivienda y, de otra parte, se ha venido ajustando la Administración frente al desborde burocrático previo. Falta, no obstante, todavía más en la recuperación del espacio público al igual que están por verse las determinaciones sobre la positiva idea del gran corredor ambiental sobre el río Bogotá. En tanto, ha mejorado la organización del sector salud. Y están dadas las condiciones para el tipo de metro propuesto por Peñalosa desde la campaña.

 

Bogotá, en todo caso, necesita recuperar su sentido de pertenencia y su identidad cosmopolita. No será, claro está, de la noche a la mañana. Pero fue lo que de algún modo logró Peñalosa en su mandato anterior. Y lo que, a más de la actividad administrativa, todavía se espera dentro de las difíciles realidades de la actualidad.