LA segunda posesión de Barack Obama es un nuevo reto para intentar conducir a una nación dividida por la ruta adecuada y solventar la economía, en tanto los dos partidos están en desacuerdo sobre el trato a los más ricos, el manejo del déficit y los reclamos del Gobierno para disponer de mayores fondos para sus proyectos sociales. En Francia, el gobierno de Hollande salió con un proyecto casi expropiatorio para esquilmar a las grandes fortunas, que consiste en pechar a los ciudadanos con rentas superiores al millón de euros para que entreguen al fisco tres cuartas partes del dinero que exceda de ese millón de euros, lo que suscitó un estampida de grandes millonarios que se van del país y desestimula a los inversionistas extranjeros.
El gravísimo exceso del gobernante galo y el mal efecto en la confianza de la población y la economía moderaron la codicia impositiva del círculo de economistas de Obama, que siguen reclamando grandes sumas para el presupuesto social, pero menos de lo que exigían en el pasado y en cuanto impuestos a los más ricos. En particular, puesto que grandes empresas de los Estados Unidos que se trasladaron en el pasado al exterior buscan retornar al país y generar empleo. Barack Obama invocó el nombre del republicano Abraham Lincoln, tan caro para los norteamericanos de todas las tendencias políticas, por su voluntad inquebrantable de mantener la unidad de la Nación y liberar a los negros. Y lo mismo hizo con Martin Luther King, el fogoso defensor de los derechos humanos. Los dos personajes que invocó fueron asesinados. También señaló su hondo compromiso con la Constitución, lo que significa gobernar para todos los estadounidenses. Cumplir el pacto que establecieron para gobernar ese gran país los padres fundadores de la República y comprometer a las otras fuerzas políticas, léase republicanos en ese cometido. La invocación no es un simple ritual de la democracia, el gobernante en sus primeros cuatro años intentó hacer lo suyo y avanzar con un proyecto partidista en grandes temas como salud e impuestos, por lo cual se estrelló contra el poderío de la oposición republicana en el Congreso y en algunos Estados, la firmeza de sus convicciones y un gran apoyo de la población. Los republicanos mostraron una gran fuerza electoral en la pasada contienda, sin conseguir lanzar un candidato que unificara los distintos matices del partido, lo que facilitó la reelección. Los republicanos no ganaron la Presidencia pero siguen siendo alternativa. Prevalecen en la Cámara de Representantes por donde pasan todas las leyes y proyectos, en un país donde los partidos presentan sus propias ideas y debaten las propuestas oficiales a fondo. En el entendido que ese es el ejercicio de la verdadera democracia. Obama tiene claros sus objetivos: "Ahora nos toca tomar decisiones y no podemos permitirnos cualquier demora". Por lo mismo: "No podemos confundir los principios con el maximalismo, sustituir la política por el espectáculo o tratar los insultos como un debate razonado. Debemos actuar y hacerlo ahora". Esa invocación a la política es esencial para que los dos grandes partidos de los Estados Unidos asuman su papel interno de orientar el país a la recuperación y de defender sus intereses en el exterior, en donde las amenazas se multiplican. Es evidente que los Estados Unidos tienden por épocas al aislamiento, a desertar de los grandes temas de la política global y aumenta el número de los que son contrarios a los cuantiosos gastos militares en aventuras extranjeras que cuestan millones y millones de dólares. Cuando hacen eso los problemas se agravan y suben al poder sus mayores enemigos, pierden a sus aliados más firmes y las cosas se complican. Por lo que se ven obligados con el tiempo a intervenir demasiado tarde con los cañones, cuando las cosas a tiempo se habrían podido resolver por la vía política.
Una honda emoción se percibió entre la multitud cuando el Presidente Obama dijo con firmeza: "La libertad no se crea a sí misma. Es un derecho que viene de Dios pero que tenemos que asegurar nosotros aquí en la Tierra". Obama sabe que la educación y el trabajo, el esfuerzo de generaciones sucesivas consagra y mantiene la libertad de los pueblos. En lo económico significa promover la inversión, favorecer la investigación, estimular la libre competencia e impulsar la expansión. Volvió a insistir en el apoyo a los que practican el sexo por fuera de la tendencia natural hombre mujer, que no liga con los preceptos constitucionales de los fundadores, tema que divide a la población, lo mismo que en algunas reformas que en el pasado polarizaron el Congreso.