*Reciclaje del terrorismo
*Riesgoso bajar la guardia
Cada vez que se conmemora un año más de los atentados de Al Qaeda en Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, los analistas traen a colación que el terrorismo es un monstruo de mil cabezas, razón por la cual pese a los importantes y contundentes golpes que se les han dado a muchas estructuras criminales trasnacionales que hicieron de este flagelo su principal modus operandi, surgen a cada tanto nuevos cabecillas y organizaciones amorfas que las reemplazan.
Hoy, 16 años después de los ataques contra las Torres Gemelas y la sede del Pentágono, que dejaron más de tres mil muertos, es claro que Al Qaeda ya no es la red terrorista global que atemorizó al mundo en el arranque de la primera década de este siglo. Osama Bin Laden y el resto de la cúpula de la organización criminal fueron abatidos y muchas de sus células e integrantes o pasaron al anonimato o se aliaron con otros grupos tanto o más violentos y bárbaros, no solo en los países de mayoría musulmana sino en otras partes del globo. Incluso, hay quienes sostienen que los pocos rezagos que quedan de Al Qaeda tienen una capacidad de daño muy reducida en comparación a tres lustros atrás. Es más, informes de los organismos de seguridad internacional dan cuenta de que muchas de sus células en países árabes y occidentales fueron absorbidas progresivamente por facciones radicales yihadistas de más reciente data, como el llamado ‘Estado islámico’, que en los últimos años se convirtió en la mayor amenaza global y ha reivindicado varios de los más cruentos atentados en Estados Unidos, Europa y otras latitudes.
¿El ‘Estado islámico’ correrá la misma suerte de Al Qaeda? No es fácil responder ese interrogante, toda vez que se trata de dos organizaciones que si bien recurrieron al terrorismo como su principal arma contra todo objetivo occidental o pro-occidental, tienen motivaciones distintas e incluso, en determinadas circunstancias, contradictorias. Por lo pronto, al recordar a las miles de víctimas inocentes del terrorismo radical musulmán, queda claro que por más difícil que sea su combate, no se puede bajar la guardia ante la capacidad de mutación de estas redes violentas.