Que la tasa de suicidios se haya disparado en 15,7% en el primer semestre de este año es un hecho que debe llevar a una profunda reflexión sobre lo que está pasando con la salud mental de los colombianos. Las estadísticas de Medicina Legal dan cuenta de 1.810 personas que decidieron quitarse la vida entre enero y junio, en tanto que los intentos superaron los 30 mil casos.
Es imperativo que desde las instancias sanitarias se establezca a qué se debe una circunstancia tan dramática, que no puede considerarse como un hecho aislado o de casos extremos, más aún si se tiene en cuenta que solo en los primeros cinco meses de este año no menos de 1,5 millones de colombianos presentó algún tipo de trastorno o enfermedad mental. Más grave aún, según un campanazo de la Procuraduría, es que solo un poco más de 600 mil personas recibieron diagnóstico.
En la sociedad moderna ya está confirmado que los desórdenes sicológicos y sus consecuencias, a nivel individual y colectivo, se han terminado por convertir en una especie de pandemia, con alto costo en vidas y recursos. En las estadísticas globales sobre las causas por las que una persona se excusa o incapacita a la hora de cumplir sus obligaciones laborales o académicas, los trastornos mentales van en aumento en países con diferente nivel de desarrollo sanitario, económico y social.
De hecho, detrás de la tragedia a la que se enfrentan hoy sociedades como las de Estados Unidos, con más de 100 mil muertes por año debido a sobredosis por el abuso de opioides y otros medicamentos recetados para tratar desórdenes mentales, se encuentra que los sistemas de salud cada vez se ven más desbordados para atender a la cantidad creciente de pacientes que consultan por este tipo de trastornos sicológicos o sicosomáticos.
En el caso colombiano, por ejemplo, se están disparando cuadros relacionados con ansiedad, depresión, trastornos de adaptación y esquizofrenia paranoide, entre otras patologías. Las causas son múltiples, combinando circunstancias típicamente individuales y de entorno cercano, con otras más exógenas, como el conflicto armado, las tensiones socioeconómicas o el impacto de las nuevas tecnologías en la interacción colectiva, entre muchas otras.
Del diagnóstico de la Procuraduría sorprenden conclusiones como las barreras de acceso del sistema de salud para atender eficientemente este tipo de patologías o la escasez de profesionales especializados frente a la dimensión de la problemática. Por ejemplo, alerta que Colombia cuenta apenas con 2,5 psiquiatras por cada 100 mil habitantes, muy por debajo de la tasa de 10 que recomienda la Organización Mundial de la Salud.