* El plan de paz de la ONU
* Alto el fuego
El gobernante sirio Bashar Al Assad ha dejado claro que no está dispuesto a dejar el poder bajo presión de las masas, ni de los círculos religiosos más numerosos, ni por cuenta de los partidos de la oposición que piden su cabeza en las calles, ni por presión de las grandes potencias y la ONU. Siria es un aliado firme de Irán, mantiene excelentes relaciones con Rusia y con China, y se encuentra en el círculo de países que han heredado los viejos antagonismos con Israel. Los soldados sirios son de los más combativos de la región y en el pasado respaldaron el control político del Líbano.
Los acontecimientos que han llevado al abismo de la guerra civil al país se han vivido e intensificado dentro del esquema de la mal denominada primavera árabe, que se ha transformado en turbulento río de sangre. Las noticias son confusas, los periodistas que cubren la crónica de guerra carecen de garantías en cuanto los ataques de la artillería oficial, de sus enemigos y las bombas de los terroristas suelen caer o atacar por sectores, en tanto se recrudece el levantamiento popular y la consiguiente represión de las Fuerzas Armadas, fieles al régimen.
Siria recibió en el pasado ayuda militar de Occidente, lo mismo que de la Unión Soviética, sus relaciones con Rusia y China obedecen no solamente a hechos históricos y diplomáticos conocidos, sino a factores geopolíticos que defienden esas potencias, como a acuerdos que mantienen con el actual gobierno. En Siria no está en juego en exclusiva la existencia o sobrevivencia del régimen, tambalea la relación de poder, después de la invasión de Irak, la presión sobre Irán y la hostilidad de las monarquías petroleras de la región. En el curso de la contienda interna la infraestructura del país está en ruinas, la economía a media marcha, la noción del orden no va más allá del alcance del fusil de quienes de momento controlan una zona urbana o rural. El panorama de Siria es devastador. La intervención de la ONU por el momento no ha conseguido su objetivo de detener la masacre, en cuanto los terroristas no aceptan el alto el fuego y algunos partidarios del gobierno tampoco. La misión de Kofi Annan se ha efectuado en medio del estallido de las bombas y continuos tiroteos.
Pese a que se han decomisado armas en las fronteras con Siria, que llegaban para distintos bandos en guerra, los expertos sostienen que las partes en conflicto tienen el suficiente armamento para que se aniquilen mutuamente. Las heridas que está dejando el conflicto muestran que los derechos humanos son violados a cada instante. El control militar del régimen pese a los avances para recuperar las zonas donde se atrincheran los rebeldes es en extremo frágil. Lo que significa que en caso de un ataque de Israel contra Irán, Siria no estaría en condiciones de ser un aliado clave de ese último país como en el pasado. Y un derrumbe estrepitoso del régimen sirio llevaría a la anarquía y la disolución al país, en momentos en los cuales ya se combate de pueblo en pueblo, calle por calle y casa por casa. Darle un trato político a Siria como si fuese una Suiza, no solamente sería un disparate, sino un suicidio.
Por utópico que parezca el plan de paz de la ONU es vital para moderar la matanza. Se trata de varios puntos, entre otros, contempla un alto el fuego, la retirada de las tropas de las ciudades, la liberación de los presos políticos, permitir el ingreso de ayuda humanitaria, así como el inicio de un diálogo entre las autoridades y la oposición. Tema que la oposición no acepta en tanto los cabezas calientes están a la espera de recibir el apoyo externo al estilo del conflicto en Libia. Craso error, en cuanto Libia fue bombardeada por la OTAN, bajo el mandato de la ONU. Mientras que en el caso de Siria, ni Rusia ni China, están porque el incendio se extienda a la región, ni por el estallido de una guerra en Irán, así cuente, eventualmente, con el apoyo de Washington, como lo anunció el presidente Barack Obama.
Mientras las potencias se muestran hostiles y con propuestas dispares en la ONU, los bombardeos siguen cobrando la vida de los militares, los alzados en armas, la población civil y se dan hechos como el de más de 40 niños que murieron bajo fuego cruzado. La barbarie debe terminar, es preciso el acuerdo en torno del plan de paz de la ONU, antes de que estalle el país en mil pedazos.