¿Un globo de ensayo?
El fantasma de la Constituyente
La propuesta de modificar la Constitución es trascendental en cuanto la hace el presidente Juan Manuel Santos, quien en la actualidad podría aspirar a ser reelegido por cuatro años más según la Constitución. Al lanzar la iniciativa en la cumbre de alcaldes del país afirmó que: de postularse a los comicios presidenciales en 2014, sería solo por dos años, para que en adelante sus sucesores gobiernen por seis años y se elimine la figura de la reelección. En Venezuela, a diferencia del resto de Hispanoamérica, el período presidencial es más largo, de seis años, con la posibilidad de pedir la revocatoria del gobernante a los tres años. La sabiduría constitucional no siempre aconseja que se iguale el período presidencial con los de los legisladores, gobernadores y alcaldes, para evitar que por la coincidencia electoral se avance a una dictadura de partido único al estilo de la que ejerció el PRI de México en el siglo pasado, con un aparato político excluyente que se daba el lujo de lanzar a cualquiera a la Presidencia, y ganar, lo que se denominaba popularmente “el gallo tapado”.
Las constituciones en los sistemas presidencialistas híbridos como el nuestro que se supone unitario, pero que ha derivado a la forma centro-federal, por la elección popular de gobernadores, agravado por el peso en el sistema de las regalías como el mayor ingreso del Estado, deben evitar que por el excesivo impulso del gobierno central, al que se sumarían electoralmente los alcaldes y gobernadores al extenderles el período, se pase a una alianza perversa de intereses creados por encima de las ideologías para conquistar el botín estatal por un largo tiempo. Mientras que se estima que al evitar que se unifiquen las elecciones de alcaldes y gobernadores, al tener estos períodos distintos y más cortos que el presidencial, se facilita el proceso democrático y el equilibrio de poderes, al contribuir el pueblo a moderar el dominio presidencial al poder elegir alcaldes o gobernadores del mismo o de distinto signo.
El senador Roy Barreras, al reconocer la paternidad de la iniciativa, agrega: “si llega a prosperar la idea se resuelven muchos asuntos porque les permite a los mandatarios locales tener un período razonable para actuar... Pero sobre todo a mí me gusta la idea (en el caso de Santos) porque le permite hacer la paz (con la guerrilla) de manera más tranquila". Como se recuerda en el primer gobierno de Álvaro Uribe, la zanahoria de la reelección se agitó con el argumento de reelegirlo para acabar con la subversión militarmente. Según el Presidente del Congreso, ahora se trataría de alargar el mandato de Santos para negociar la paz.
Siendo tan importante y reciente la propuesta presidencial no se conoce cuál será la acogida entre las masas, en un país donde la cultura política es modesta. Se calcula que el tiempo para informar a la Nación y hacer una reforma constitucional es limitado, posiblemente no alcanza. Y los expertos en asuntos constitucionales consideran que iniciativas tan trascendentales como esa deben ser resueltas por una Constituyente, quizá un Referéndum. En tanto los congresistas no demoran en reclamar que se les extienda el período a seis años. Lo que sería legislar en beneficio propio. Un presidente como Rafael Núñez hizo trascendentales reformas en dos años, contra los antecedentes negativos del conjunto de sus predecesores en el mismo lapso de gobierno. Un mandato de cuatro años para un buen Presidente, quizá puede ser demasiado corto, para uno malo muy largo, riesgo que aumenta al extenderlo a seis. El premio gordo de alargar los mandatos de elección popular en algunos feudos podridos donde no siempre los mejores salen electos, podría degradar aún más la política. Pasan de miles desde la elección popular de alcaldes en el país, los que han resultado ligados a la corrupción, en negocios turbios en alianza con los personeros, concejales y contratistas venales, para constituir una suerte de partido clandestino o de Régimen que opera en la sombra con efectividad delictiva y la impunidad favorecida por los millones mal habidos.
Por tratarse de un tema complejísimo y aún crudo, que nos tomó por sorpresa, puesto que apenas se conocen los atisbos de la iniciativa constitucional del presidente Santos, quien es un demócrata convencido, esperamos que esclarezca la propuesta para tener más ilustración y poder formar una opinión. Puesto que su derecho constitucional a presentarse a la reelección no tiene duda, por lo que nos limitamos a señalar apenas el eventual peligro para el sistema democrático de unificar elecciones. Tal vez, el presidente Santos, talentoso estratega, se reserva el momento de anunciar otras iniciativas para complementar su proyecto y conjurar en su reforma tales peligros.