- Aprender a detectar señales de alarma
- Cuarentena y tensiones psicológicas
La duración de las medidas de confinamiento social que se han tomado en Colombia para hacer frente a la pandemia del Covid-19 está ya considerada como de las más largas en todo el planeta. Y no es para menos, ya que desde el 24 de marzo el Gobierno ordenó a más del noventa por ciento de la población que permaneciera en sus casas como fórmula para frenar el nivel de contagios y muertes por este coronavirus. De hecho, para los habitantes de la capital del país y Cundinamarca la cuarentena ha sido mayor en la medida en que el encierro comenzó unos días antes en el marco de un ejercicio pedagógico pero obligatorio en todo caso.
Desde un comienzo los expertos en salud pública fueron claros en advertir que ante la inédita experiencia de la cuarentena debía ponerse especial atención no sólo a la urgencia de evitar infectarse con una enfermedad viral de alto grado de transmisión, sino que también era imperativo evaluar el impacto que el confinamiento tendría en la salud mental de una población que, como la colombiana, no había experimentado nunca esta clase de limitaciones drásticas a su movilidad y relacionamiento familiar, social y colectivo.
Pasado ya más de un trimestre de confinamiento en el país es claro que las patologías mentales han aumentado. De hecho, las autoridades y el sistema de salud activaron gradualmente una serie de herramientas para poder orientar a las familias encerradas en sus casas sobre cómo manejar casos de ansiedad, depresión, pánico patológico y otras desórdenes cuya prevalencia podría aumentar por cuenta de la cuarentena, la incertidumbre por los efectos de la pandemia, la irrupción del teletrabajo y las tensiones propias de que toda la familia estuviera de forma permanente en sus casas. Incluso una de las primeras alertas que se prendió fue la relativa al riesgo de que se dispararan los casos de violencia de género e intrafamiliar.
Según varios estudios de expertos publicados en este Diario, aunque la mayoría de los colombianos ha sabido sobrellevar las tensiones derivadas de la larga cuarentena, en algunos casos la salud mental sí se ha visto afectada. Incluso esos desórdenes han tenido más incidencia en personas que padecen algunas patologías físicas o cuyo temor de infectarse ha sido mayor por sufrir de algunas de las comorbilidades que más complican a quienes se contagian de Covid-19. De esta forma ya no se trata de enfrentar episodios de depresión, ansiedad y estrés postraumático, sino del peligro de que se pueda desembocar en otras manifestaciones psicosomáticas. A ello se une el temor y desespero de muchas personas por el riesgo de perder su empleo o por no tener la posibilidad de salir a trabajar para solventar sus necesidades más básicas, como la alimentación, pago de servicios públicos, arriendos y otro tipo de obligaciones.
De allí la importancia de seguir las recomendaciones de los sicólogos y demás expertos, más ahora que en Colombia está aumentando la curva de contagios y decesos, no sólo porque nos acercamos a lo que puede ser el pico epidemiológico sino también como consecuencia normal de que exista una mayor cantidad de personas circulando por las calles debido a la reactivación gradual de una parte de las actividades productivas y laborales.
Se requiere, por tanto, que las familias puedan contar rápidamente con la asesoría de profesionales en caso de que alguno de sus integrantes evidencia algún tipo de inestabilidad mental. La intervención temprana es clave para enfrentar cualquier contingencia. De igual manera resulta imperativo que se apliquen algunas recomendaciones básicas que han sido lo suficientemente socializadas por múltiples medios a lo largo de esta larga cuarentena. Se trata de cuestiones sencillas como las de no ‘intoxicarse’ con el alud de informaciones falsas e inexactas que circulan sobre la crisis sanitaria. También es importante reinventar, aprovechando la tecnología, la socialización con seres queridos, sobre todo con los niños y los adultos mayores sobre quienes se mantienen las medidas de restricción de movilidad más altas. Es muy útil también conocer los síntomas físicos y mentales de los desórdenes psicológicos para poder actuar con más diligencia. A todo lo anterior debe sumarse la necesidad de generar en la casa alternativas para el descanso, la relajación así como para la desconexión del teletrabajo y las obligaciones académicas que se están adelantando por vía digital.
Como se dijo, afortunadamente la gran mayoría de los colombianos ha sabido adecuarse a las limitaciones de esta etapa de cuarentena. Sin embargo, como el confinamiento puede prolongarse algunas semanas más, hay que hacer todo lo posible para mantener la salud mental en casa así como para detectar cualquier señal de alarma en la materia. No es una etapa fácil para el país ni el mundo, pero la esperanza de superar este desafío es cada día más grande.