Rusia-Ucrania: guerra en ascenso | El Nuevo Siglo
Lunes, 27 de Junio de 2022

* Tras cuatro meses, más víctimas y destrucción   

* Aumenta coletazo económico y social global

 

El conflicto armado en Ucrania cumplió cuatro meses y en todo el planeta tienen eco las advertencias del papa Francisco en torno a la gravedad de convivir con una conflagración cuyas consecuencias, tanto a nivel interno como global, cada día son más catastróficas. “No olvidemos al pueblo de Ucrania golpeado por la guerra. No nos acostumbremos a vivir como si la guerra fuera algo lejano…”, señaló el Pontífice.

Aunque inicialmente se pensó que la invasión rusa duraría algunas semanas y acabaría cuando Kiev desistiera de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ocurrió todo lo contrario. Las tensiones militares y geopolíticas siguen aumentando y el riesgo de que este conflicto pueda ser la mecha de una tercera guerra mundial continúa latente. Es claro, igualmente, que el diálogo entre los gobiernos Putin y Zelenski no ha progresado y algunos analistas lo consideran muerto. Naciones Unidas, entre tanto, sigue evidenciando su bajo nivel de liderazgo y convocatoria para tener un rol decisivo en la resolución de la guerra.

Es innegable, asimismo, que la intensidad del conflicto ha escalado semana tras semana, aumentando de forma dramática el saldo de decenas de miles de muertos y heridos así como de millones de desplazados, en tanto la economía y la infraestructura de la nación agredida se encuentran devastadas.

La estrategia de Occidente, con Estados Unidos, la Unión Europea e instancias multinacionales como el G-7 y el G-20 a la cabeza, basada en endurecer semana tras semana el cerco económico a Moscú, con sanciones comerciales, financieras, cambiarias, diplomáticas y, sobre todo, un bloqueo a sus exportaciones de petróleo y gas, no ha dado todavía los resultados esperados. El ‘arma’ más fuerte, es decir el veto en materia de hidrocarburos, no es muy efectiva pues solo se ha podido aplicar de forma lenta, en tanto el gobierno Putin ha maniobrado, aunque  difícilmente, para evitar el aislamiento internacional o ser sacado del circuito financiero global. De hecho, ayer había una amplia controversia en torno a si Moscú había incurrido en el impago de deuda externa este fin de semana.

Lo que sí ha incrementado y en forma sustancial es el coletazo mundial de la guerra en Ucrania. El pico inflacionario impacta en todos los países con consecuencias económicas y sociales preocupantes. De igual manera, el mercado del crudo y demás fuentes energéticas fósiles se mantiene con las cotizaciones disparadas en tanto que la oferta de alimentos y agroinsumos, en donde Rusia y Ucrania son actores de primer orden, registra las más graves afectaciones de la última década. Ya no solo se habla de un freno de la reactivación internacional pospandemia sino de un asomo de un clima recesivo trasnacional.

Como se dijo, las tensiones bélicas y geopolíticas siguen en aumento. Prueba de ello no solo es la disposición de Suecia y Finlandia de ingresar a la OTAN sino el anuncio de esta sobre aumentar el número de tropas de alta disponibilidad, especialmente en el este de Europa y bajo la percepción generalizada de que Rusia es la mayor amenaza a la seguridad global. Es más, aunque la organización quiere aumentar su apoyo en armas y equipo bélico de alta tecnología al gobierno ucraniano (incluyendo misiles de alcance medio), ya Moscú advirtió que ante ello pondría en alerta el arsenal táctico nuclear en toda la zona fronteriza báltica. A ello se suman las tensiones del Kremlin con países como Lituania por la decisión de esta de imponer restricciones al tránsito hacia el enclave ruso de Kaliningrado.

Pero las repercusiones globales no solo se dan en el aspecto económico, social y geopolítico. Hay otras afectaciones graves como las interrupciones o disminuciones en los programas de apoyo alimenticio de la ONU, sobre todo en países que como Yemen y otras naciones africanas que sufren hambruna.

Como se ve, cuatro meses después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, la guerra sigue escalando. Con una estrategia de tierra arrasada, Moscú ya domina amplias zonas estratégicas y asedia de nuevo a Kiev. El gobierno Zelenski urge a Occidente, la OTAN, la ONU, el G-7 y el G-20 redoblar sanciones a Putin e involucrarse directamente en el conflicto bélico. Moscú sufre cada día más el duro efecto del aislamiento económico y político, pero insiste en que no cederá y amenaza con la carta nuclear en caso extremo. La comunidad internacional no tiene mayor margen de acción ni mediación, en tanto la inflación y los altos precios de los hidrocarburos asedian a todos los países, con graves consecuencias sociales y fiscales… Lo peor es que no se ve una luz al final del túnel.