- PIB de 1,1% a marzo no fue tan crítico
- Segundo trimestre, el más complicado
Desde el mismo momento en que el mundo empezó a prender las alarmas por el avance de la epidemia del Covid-19 en China, se sabía que, además del grave impacto sanitario que traería la expansión global de este nuevo virus, la economía a nivel planetario sufriría un embate nunca antes visto. De hecho, los pronósticos de la banca multilateral, las firmas calificadoras de riesgo, el sector financiero privado y de los más especializados centros de análisis mundiales, continentales, subregionales y nacionales empezaron a poner sobre el tapete la posibilidad de una recesión generalizada.
Esa proyección se ha venido cumpliendo con el pasar de las semanas a medida que gran parte de la humanidad se vio obligada a confinarse en sus casas y paralizar la mayoría de sus actividades productivas como única fórmula para tratar de frenar la curva de contagios exponencial de este coronavirus y las previsiones iniciales sobre una alta tasa de letalidad. Hoy, cinco meses después de surgida esta enfermedad viral en la potencia asiática, es claro que la pandemia no sólo ha cobrado más de 310 mil víctimas mortales, sino que la economía global se encuentra en uno de sus momentos más difíciles de las últimas décadas. Una consecuencia obvia no solo de las cuarentenas en muchos países sino también de la parálisis del comercio internacional, las economías internas y el turismo, así como de la caída de los precios del petróleo y la crisis bursátil. A ello se une el cierre de fronteras en casi todos los países y un cambio drástico en el consumo de los hogares, privilegiando víveres de primera necesidad y sanitarios…
En ese orden de ideas, los indicadores sectoriales, macro y micro de la gran mayoría de los países se han resentido de forma sustancial en lo corrido de 2020. No existe ninguno que pueda decir que resultó ‘inmune’ al coletazo económico de la pandemia. Es más, las naciones que ya venían con bajos o nulos crecimientos al cierre de 2019, han visto deteriorar aún más su crisis, en tanto que aquellas que presentaban números en verde experimentan un frenazo productivo sustancial.
Dentro de estas últimas se encuentra Colombia, que cerró el año pasado como una de las economías más pujantes de la región, registrando un Producto Interno Bruto creciendo al 3,3 por ciento, mientras que en América Latina el promedio no pasó del 0,5 por ciento.
El viernes pasado el DANE dio a conocer los resultados del primer trimestre de 2020 y como era previsible el retroceso fue evidente. Entre enero y marzo el aparato productivo apenas creció en 1,1 por ciento. Una baja muy sensible si se tiene en cuenta que arrancando el año se apostaba por alcanzar un 3 por ciento a este corte, dada la dinámica que se traía de 2019.
Algunas voces han sugerido que no se entiende semejante descolgada en el primer trimestre, dado que la cuarentena general solo empezó en la última semana de marzo. Esa clase de conclusiones apresuradas desconoce hechos fácticos como que China, en medio del pico de la epidemia en su territorio, disminuyó sensiblemente su dinámica económica interna y externa, lo que impactó globalmente. De igual manera, ya en febrero las naciones europeas empezaron a cerrar fronteras y aplicar otro tipo de restricciones al comercio local e internacional. Todo ello paralelo al pulso por las cuotas de producción mundial de petróleo…Así las cosas, se comete un error al considerar que el impacto económico de la crisis sanitaria solo se sintió en Colombia a partir de la segunda quincena de marzo, con el arranque de la cuarentena.
En ese orden de ideas, se puede considerar como una muestra de la resiliencia de la economía colombiana que haya crecido 1,1 por ciento en medio de semejante escenario. Incluso, si se compara ese indicador con lo reportado por algunas potencias y naciones emergentes, se evidencia que las cifras de nuestro país están por encima. Lo más crítico será, sin duda, el segundo trimestre, ya que en abril y gran parte de mayo el aparato productivo, comercial, industrial y del sector de bienes y servicios ha estado paralizado. No hay que olvidar, incluso, que el propio Ministro de Hacienda dijo en este Diario que nos enfrentábamos al peor trimestre de nuestra historia reciente.
Así las cosas, la esperanza está puesta en que el cauteloso plan de reactivación productiva desde mediados de mayo ayude a ir recuperando poco a poco el sendero de crecimiento. Será un proceso largo y complejo, que demandará un esfuerzo público y privado de gran escala. Un camino en el que habrá que avanzar, paso a paso, y en el que los factores externos serán determinantes.