Resignación fronteriza | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Noviembre de 2015

* Tres meses de bloqueo venezolano

* Acuerdos de Quito no se aplicaron

 

YA  son tres meses del intempestivo cierre fronterizo ordenado por el G denuncia obierno Maduro de la frontera con Colombia, aduciendo para ello situaciones que si bien son graves no eran en absoluto nuevas. Desde hace muchos años e incluso décadas el contrabando ha sido pan de cada día entre los Estados y departamentos de esa línea fronteriza. Por igual el libre juego de la venta y compra de  divisas es natural al comercio fronterizo en todo el planeta. El argumento de que había una infiltración paramilitar termina siendo discutible, no sólo porque  está comprobado que hay una nueva fusión criminal en la zona, de la que hacen parte delincuentes de  ambas naciones, sino porque esa tesis ha sido  traída a cuento muchas veces por el Palacio de Miraflores en una maniobra  dirigida a culpar a un ‘enemigo externo’ de la grave crisis política, económica, social e institucional generada por el régimen de la “Revolución Bolivariana” y su “Socialismo del Siglo XXI”.

A hoy es evidente que el cierre fronterizo, que comenzó a finales de agosto y poco a poco se ha ido extendido a una gran cantidad de municipios venezolanos limítrofes, en donde se decretó el régimen de excepción, no ha querido ser flexibilizado por Caracas, que incluso lo amplió a la mayoría de pasos terrestres y marítimos a lo largo de los más de 2.219 kilómetros de franja territorial común colombo-venezolana. También es evidente que la cumbre entre los presidentes Maduro y Santos realizada en Quito, a instancias de la Unasur, prácticamente no tuvo ningún resultado efectivo. La frontera continúa bloqueada sino que otros acuerdos referidos a la normalización del tránsito de los estudiantes, los mecanismos de reunificación familiar, la devolución a los colombianos expulsados de los bienes y enseres que no pudieron transportar, así como las investigaciones sobre los abusos cometidos por la Guardia Nacional venezolana contra nuestros nacionales, quedaron por la mitad o simple y llanamente nunca pasaron de la  mera enunciación. Tampoco se palpa un avance en las denuncias internacionales contra el Gobierno Maduro por la deportación masiva de alrededor de 1.500 colombianos y éxodo forzado de 13 mil más. Las quejas presentadas por el Gobierno Santos ante la ONU y la OEA tampoco derivaron en acción concreta alguna para la protección  efectiva y sobre el terreno de los pobladores de la frontera. 

 

De esta forma poco a poco Colombia y sobre todo la ciudadanía de los Santanderes, La Guajira y Arauca, principalmente, se han tenido que ir acostumbrando a convivir  con la mayoría de pasos limítrofes cerrados aunque, paradójicamente, los pobladores de las zonas más apartadas de esas regiones sostienen que el flujo del contrabando  se ha venido reactivando progresivamente, reviviendo así la sospecha en torno de presuntos actos de corrupción de la Guardia Nacional venezolana, que se supone al aumentar su pie de fuerza en toda la zona debía haber prácticamente reducido a cero esta práctica ilícita. De este lado de la frontera, el impacto continúa siendo muy alto en todos los órdenes y si bien ya terminó la primera fase de asistencia humanitaria a los expulsados, la declaratoria del Estado de Emergencia económica y social ha tenido resultados ambivalentes, toda vez que no se puede ocultar que gran parte de la industria, el comercio y el sector real de la economía dependía del intercambio con el vecino país.

Lo más complicado de todo ello es que Maduro y compañía han advertido que el cierre fronterizo podría prolongarse por tiempo indefinido e incluso en algún momento condicionó la reapertura a que se concrete la paz en nuestro país, requisito no sólo insólito, sino ajeno a la hermandad histórica de ambas naciones.

¿Cuándo podría normalizarse la situación? Hay quienes sostienen que el bloqueo se levantará una vez pasen los trascendentales comicios parlamentarios del 6 de diciembre en Venezuela, sabido que muchos de los municipios en donde hoy rige el estado de excepción son, a la vez, fortines políticos de la oposición y en los que es claro  que por las restricciones imperantes podría ser difícil que el antichavismo haga valer sus mayorías en la elección de casi 20 diputados regionales a la Asamblea Nacional. Otros analistas, por el contrario, consideran que Maduro,  gane o pierda los comicios, radicalizará sus políticas anticolombianistas. Y no faltan los observadores que prevén que si la oposición gana podría forzar una distensión o flexibilización del bloqueo en la frontera… Todas son especulaciones, lo único cierto es que en un hecho sin antecedentes en la larga historia binacional, se concretó ya el cierre limítrofe más largo en las últimas décadas.