Repunte republicano | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Mayo de 2012

*El malestar económico

**Similitud con la jornada electoral francesa

 

Es bien conocido por los analistas de la política en los Estados Unidos que el gobernante de turno suele ser favorecido por la tendencia de las masas a revalidar el segundo mandato presidencial, en particular cuando se estima que las cosas van bien. Son raros los presidentes que no han sido reelegidos, lo que ocurre por lo general cuando el país se ve envuelto en severas crisis de la economía o por ineptitud manifiesta, lo que da al traste con el prestigio del gobierno. Por la vigencia del sistema bipartidista, en tales casos la población suele inclinarse por el voto castigo. Así que en un país con tan fuerte presión sobre las relaciones de poder el cambio es la constante. La mística partidista no consigue prevalecer sobre la gran masa independiente del país que al oscilar de un partido y un candidato a otro, inclina la victoria hacia el sucesor de sus simpatías. Y los mismos militantes de los partidos políticos no vacilan en votar por un candidato distinto al suyo cuando consideran que le conviene a la Nación. Ese es uno de los pilares de la democracia de esa gran potencia.

En una sociedad de masas como la de los Estados Unidos el electorado tiene la oportunidad en las primarias de participar en la escogencia del candidato, que es lo que se ha venido cumpliendo dentro del Partido Republicanos a lo largo y ancho del país en los Estados de la Unión, reñida competencia interna que culmina en Texas, para consagrar a Mitt Romney.

Romney ha dejado tendidos a todos sus adversarios en la dura lucha por conseguir los votos para las primarias en los distintos Estados. Durante la campaña el senador se ha familiarizado con los problemas nacionales y se ha dado a conocer a la Nación. Ya quedó atrás el millonario que parecía vulnerable cuando comenzó la justa electoral interna, hoy se le tiene como un candidato fuerte con las ideas claras sobre cómo debe ser el próximo gobierno y muy definido en cuanto a los temas más candentes de la disputa política, sobre la economía o en asuntos polémicos como el matrimonio gay, que rechaza. Mitt Romney ha crecido tanto en la opinión de los estadounidenses, que las encuestas muestran un empate técnico con el candidato demócrata. En los Estados Unidos con miras a la reelección presidencial se considera que el gobernante debe estar muy arriba en las encuestas para la reelección, de lo contrario se puede producir un proceso adverso de rechazo al final de la campaña. Y favorece a Romney el ascenso electoral en el Congreso de su partido. El continuismo en tiempos en los que la economía apenas reacciona débilmente no suele ser la panacea para mover a los indecisos que desconfían al no ver los resultados prometidos, así reconozcan la buena voluntad del gobierno. Por tanto, con la salvedad de la vigencia de sistemas políticos distintos, en alguna medida, tiende a repetirse en sentido contrario el escenario de suspenso que se vivió en las elecciones francesas entre Sarkozy y Hollande, que le dio el triunfo al opositor.

Un cierto pesimismo sobre la economía parece flotar en el ambiente político de los Estados Unidos, lo que perjudica las promesas de renovado optimismo del gobernante, que por conocidas y repetidas una y otra vez durante su mandato ya no tienen la misma magia de antes. En los últimos eventos internacionales no ha tenido resonantes triunfos, ni siquiera en Cartagena, donde no lanzó una nueva propuesta sugestiva para Hispanoamérica. Su sugerencia al Banco Central Europeo de apoyar a España cuanto antes, no ha sido tratada con la prontitud que merece y se estima que fondos estadounidenses podrían afectarse de seguir el declive de la banca española. Situación que repercutiría en su país. Lo mismo que se teme por la crisis griega que aumentaría el malestar y el pesimismo de los inversionistas. Problemas que repercuten indirectamente en la economía de Estados Unidos. Así como los altibajos del petróleo y las tensiones con Irán y Corea del Norte.

No la tiene fácil el Presidente de los Estados Unidos, que la vez anterior derrotó a un veterano candidato que no era orador y representaba un gobierno gastado, mientras Romney aparece con un fuerte atractivo de hombre de empresa exitoso, es un consumado orador y un contrincante ducho en el manejo de la dialéctica, que sigue con suma atención los movimientos de la opinión para adecuar su discurso. La gran batalla electoral se va a concentrar como un choque de trenes en los más grandes Estados como Florida donde la opinión electoral suele oscilar hasta el día de las elecciones.