Ser taxista es uno de los oficios más difíciles que hay en el país. Los conductores cumplen horarios muy largos, están expuestos continuamente a atracos y hasta asesinatos, tienen una alta carga de estrés por el caos en el tráfico y el trato con los usuarios y sus condiciones laborales no son las mejores, al punto que muchos de ellos no cuentan con cobertura en salud y seguridad social, o deben pagarla de su propio bolsillo. Si bien en los últimos años desde las distintas esferas de los gobiernos Nacional, regional y local se han adoptado medidas para mejorar ese clima laboral e incluso la calidad de vida de estos conductores de vehículos de servicio público individual, lo cierto es que en muchas zonas la situación en que se desenvuelven es muy complicada.
Y el panorama es más complicado por la cantidad de circunstancias que les ocurren a diario. Prueba de ello fue lo sucedido en los últimos días en que los taxistas han estado en el centro de las noticias de la llamada baranda judicial. Está el caso del conductor que tras irse a los puños con un cliente por una diferencia de $2.000 en el valor de la carrera, terminó asestándole un golpe que llevó a su contrincante a irse caer sobre el filo de una reja metálica, quedando en coma profundo y falleciendo horas después. La noticia vino a empañar las quejas del gremio de taxistas bogotanos a comienzo de la semana por los atracos y heridas mortales a varios conductores. También está lo acaecido en otras ciudades en donde se reporta desde taxistas manejando bajo los efectos de sustancias alucinógenas hasta otros que en estado de ebriedad atropellan peatones y motociclistas…
Dirá una parte de la opinión pública que hechos como los relatados son el “pan de cada día” en muchas ciudades y no hay, entonces, un pico crítico alrededor del oficio de taxista. Aunque es verdad que no hay semana en que los medios de comunicación no reporten noticias en donde estos conductores aparecen como víctimas o victimarios, lo cierto es que no por ello hay que resignarse. Todo lo contrario, lo que debe es crearse una política integral alrededor de lo que implica y se requiere para ser taxista. Esta actividad debe profesionalizarse, los requisitos a nivel nacional tienen que estandarizarse en todos sus aspectos: salariales, de seguridad social, sistemas de capacitación mínima, controles periódicos a sus condiciones sicológicas… Igual, deben repensarse las condiciones de seguridad, pues está visto que todavía no se ha encontrado un mecanismo que permita reaccionar con mayor rapidez y eficacia a las autoridades cuando se presentan atracos a los conductores.
Como se dijo, no porque sean hechos que se presentan todos los días hay que resignarse a que no se puede hacer nada de fondo para cambiar lo que funciona mal o, al menos, disminuir de forma efectiva los factores de riesgo alrededor del oficio del taxista.