Reingeniería cafetera | El Nuevo Siglo
Jueves, 14 de Mayo de 2015

Los retos del nuevo timonel

¿Ratificar o cambiar la hoja de ruta?

 

El relevo en la cúpula de la Federación Nacional de Cafeteros, tras la renuncia de su gerente Luis Genaro Muñoz, debe producirse en momentos en que este sector atraviesa una coyuntura muy compleja. De un lado es evidente que los precios del grano a nivel internacional han estado deprimidos en los últimos tiempos a tal punto que esta semana la libra del grano apenas sí supera los 1,34 dólares y, según los pronósticos de los expertos, no se ve a corto plazo un cuadro circunstancial que lleve a un repunte en la cotización. De otra parte es claro que los voceros de los cultivadores a escala regional, tanto a nivel de los comités seccionales, como de las llamadas “dignidades”, han advertido que la caída en el precio interno que se reconoce por carga ya los está regresando a la crisis de rentabilidad de dos años atrás, por lo que crece la presión para que se reactive el millonario subsidio de Protección del Ingreso Cafetero (PIC). Ello, en tiempos de vacas flacas en materia fiscal, no es fácil. No obstante la mayor preocupación radica en la evidente crisis institucional y de liderazgo que arrastra la Federación, la cual quedó al descubierto en el último año y medio por las continuas contradicciones de fondo y pulsos de poder entre varios de los principales comités departamentales así como en los conatos de ‘rebelión’ para forzar la salida del gerente.

Y a todo ese panorama, ya de por sí crítico, hay que sumarle la controversia que se generó por las recomendaciones de la llamada Misión de Competitividad del Café, pues mientras para algunos sectores ese estudio y sus conclusiones deberían convertirse ipso facto en la nueva hoja de ruta de la Federación y toda la cadena del negocio, para otros su viabilidad no es clara y marca rompimientos muy fuertes frente a la estrategia que se viene aplicando y que ya, al decir de sus defensores, está dando resultados positivos. Por ejemplo, la saliente administración de Fedecafé resalta que en los últimos seis años no solo se disminuyó el nivel de afectación por plagas como la roya, sino que el volumen de renovación de las plantaciones fue tal que la edad promedio de las mismas pasó de doce a siete años. También se señala como un logro muy significativo que la producción hubiera pasado de 7,8 millones de sacos a 12,5 millones año cafetero. Sin embargo, para los críticos esa recuperación no siempre ha repercutido en una mayor rentabilidad, sobre todo para el caficultor de base, que se ha visto muy afectado tanto por los altibajos de los precios internos y los incrementos en los costos de los insumos agroindustriales, como por las complicaciones climáticas y hasta la ausencia de recolectores, entre otros aspectos.

Visto todo lo anterior es claro que el relevo en la Federación, que continúa marcando la pauta de una política sectorial de la que dependen más de cuatrocientas mil familias en todo el país, implica mucho más que un simple cambio de nombre. En realidad debe aprovecharse la coyuntura para definir de una vez por todas si se mantiene la actual hoja de ruta o si, por el contrario, se gira hacia algunas de las recomendaciones de la Misión ya referida. No tendría mayor utilidad la designación del nuevo gerente si persiste el desgastante pulso alrededor de aspectos tan claves como el perfil del cultivador de base, la cadena de comercialización, el valor agregado al producto exportado, el efecto y utilidad de los subsidios, los precios de sustentación, los nichos de mercado por los cuales apostar y otros asuntos importantes relacionados con diversificación, cafés especiales y la prioritaria elevación de la productividad y competitividad, tanto a nivel interno como externo.

La principal tarea, en consecuencia, es buscar una plataforma de consensos mínimos que lleve a que el nuevo gerente asuma el cargo con un potable margen de apoyo, capacidad de convocatoria y credibilidad. Sería un error que el pulso alrededor del entrante timonel atice el clima de división en el gremio, pues si se mantiene la polarización la tan urgente reingeniería en la Fedecafé y la caficultura se volvería a embolatar. Hay mucho en juego y se requiere madurez y objetividad para afrontar los retos. De lo contrario, la economía del cultivo y la industria del grano seguirán biches…