La decisión de la Alcaldía de Bogotá de regular la entrada a la ciudad de los vehículos de carga pesada, imponiéndoles una restricción de tráfico en algunas zonas en horas de la mañana y la tarde, al tiempo que dejó sin prohibición alguna el ingreso de los camiones y las tractomulas por la Troncal de Occidente, a través de la Calle 13, generó polémica.
De un lado, están los estudios de la Administración que consideran que las medidas de regulación, que entrarán en vigencia a mediados de diciembre, están soportadas en estudios de flujo vehicular que permiten establecer que las restricciones que se imponen no afectarán el transporte de mercancías y víveres hacia y desde la capital del país. En la otra orilla está la preocupación de varios gremios económicos y los propios transportadores y comerciantes, según los cuales el impacto de la nueva regulación podría ser muy alto en materia de costos, pues significaría mayores trayectos o paralizar por lapsos de dos a cuatro horas el parque automotor.
Entre la misma ciudadanía hay opiniones encontradas. Para algunos sectores es necesario organizar de una mejor manera el tráfico de camiones y tractomulas, pues su circulación en horas pico aumenta los trancones y hace más difícil a los automóviles particulares, así como a buses, taxis, colectivos y los articulados de Transmilenio, alcanzar los promedios de velocidad adecuados para cubrir los trayectos de forma eficiente.
Pero también está las voces de muchas personas que consideran que al dejar la zona de la Calle 13 sin restricción a ninguna hora para la salida e ingreso de los vehículos de carga pesada, los trancones aumentarán de forma sustancial y harán muy crítico el tráfico de automotores de servicio público y privado que a diario movilizan decenas de miles de trabajadores y estudiantes entre la capital del país y la Sabana Occidente, en donde, dicho sea de paso, ya están en auge varios parques industriales y zonas francas que generan un buen volumen de empleos.
Más allá de quién tenga la razón, y es claro que las conclusiones objetivas sólo se podrán sacar cuando empiece a regir el nuevo modelo de regulación del tráfico de carga pesada, lo cierto es que una vez más se pone sobre la mesa la necesidad de que Bogotá, como pasa en muchas ciudades metropolitanas, tenga un sistema de puerto seco en la periferia del perímetro urbano, con el fin de que los camiones y tractomulas de mayor tonelaje puedan descargar allí y sus productos ingresen a la ciudad en vehículos más pequeños para el respectivo reparto.
En no pocas ocasiones se ha pedido también que se utilice para este puerto seco la red férrea que se extiende por la Sabana Occidente hasta el centro de la ciudad.
Lo importante es que se piense en grande y a largo plazo. El Distrito, la Gobernación de Cundinamarca, los alcaldes de la zona y el propio Ministerio de Transporte tienen la palabra.