Una cosa es crear en el papel un Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y otra muy distinta ponerlo en marcha. Regirse por leyes contradictorias y la falta de sistema en ese campo dificulta la acción oficial. Ello a pesar de que en Colombia hemos sido pioneros desde los días del Libertador Simón Bolívar en temas ambientales o de reforestación, como en el siglo XX en cuanto a la aprobación de un código al respecto, tema que movió el partido conservador con el apoyo de otros sectores de orden. Aun así, ha faltado aliento y propósitos de largo alcance a la política ambiental y los cambios que en ese campo se deben producir. Ya lo hemos dicho numerosas veces, los colombianos estamos desaprovechando la riqueza natural incuantificable de la luz y energía solar, las bondades de la tierra y lo que de atractivo tiene el trópico para el desarrollo. En la Orinoquía es posible sembrar de árboles entre 6 y 8 millones de hectáreas, lo que trasformaría esas extensas zonas casi improductivas en uno de los más grandes polos de desarrollo. La siembra sistemática de árboles, el uso intensivo de la madera y el valor agregado en diversos aspectos de la producción generarían millones y millones de ingresos. El clima mejoraría notablemente y la naturaleza sufriría una trasformación benéfica, al mismo tiempo que se purificaría el aire.
Como se sabe, por el Orinoco con punto de referencia en Bogotá, tenemos la vía mas cercana al mar. Esa la principal ruta que se usaba desde los tiempos de D. Antonio de Barrio, guerrero vasco y sobrino político de Jiménez de Quezada. Y hasta el siglo XIX, se constituyó en ruta vital para abastecer a Bogotá y otras regiones del país. Por el Orinoco trajo Antonio José de Sucre a la Legión Británica, lo mismo que las armas con las cuales pudo el Libertador obtener la victoria en el Pantano de Vargas y en Boyacá y seguir con Sucre a liberar los pueblos del sur. Esa noción geopolítica se abandonó para dar prevalencia a otros puertos en el Atlántico y en el Pacifico. Por allí podrían salir la madera y sus derivados de exportación que se produzcan en esa región. Las posibilidades de desarrollo son inmensas y numerosos colonos se podrían trasladar a esas regiones promisorias. Lo mismo que se podría establecer un sistema de cooperativas para que se trabajara de consuno, favoreciendo la expansión agrícola y la incorporación a la producción de estas inmensas y ricas tierras. También, los ex subversivos de todas las tendencias y como los campesinos que tuvieron que defender sus vidas y parcelas de los ataques de las Farc o de toras fuerzas, podrían encontrar en esos nuevos desarrollos la posibilidad de ganar el sustento y, en algunos casos, transformarse en empresarios del campo. Esos grandes proyectos necesitan el apoyo oficial y privado, al igual que inversionistas del exterior y el estudio de modelos como el del Brasil en la Amazonia y sus técnicas agroindustriales.
Más antes de implementar esos grandes proyectos de redención del agro, con realismo se debe avanzar en las ambiciosas política ambientales que es lo que plantea el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Gabriel Uribe. En diálogo con La República insiste el funcionario en que “La función concreta del Ministerio está sujeta al desarrollo sostenible. Eso depende de tres factores, lo social lo económico y lo ambiente. Es decir tener todos los sectores de la misma mesa donde ninguno pese más que el otro. Para tener en cuenta esos aspectos lo que viene adelantando el gobierno es hacer un Conpes específico para efecto de los páramos, en particular para el de Santurbán”.
Y agrega que “lo que se busca en sustancia es defender los derechos colectivos de los colombianos”
Todo ello es muy interesante para ambientalistas y para quienes invierten en el sector minero porque lo que se busca armonizar las políticas, puesto que las licencias atañen a la parte de explotación. Armonizar ambiente y explotación es el gran desafío del desarrollo colombiano.
Y el ministro de Medio Ambiente explica la política seguir: “Estamos preparando una resolución en conjunto con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, con el fin de generar una política clara. Lo que se busca es favorecer un ecoturismo totalmente claro, que no tenga discrepancias con los parques nacionales naturales. Hay que generar hotelería sostenible alrededor de los parques en las zonas amortiguadas y no dentro de ellos. También trabajamos en la elaboración de un fondo de compensación que permita la compra de predios privados ubicados dentro de los parques. Y es que hay propiedad privada que está siendo revisada por el Incoder y por Notariado y Registro, esa propiedad debe ser nuestra".