- Las dramáticas cifras mundiales y locales
- Sistema de alerta temprana, una prioridad
El próximo lunes se celebra en todo el planeta el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, una jornada más para poner en evidencia uno de los peores flagelos de la humanidad.
Las cifras son impactantes. De acuerdo con Naciones Unidas, una de cada tres mujeres en el planeta ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental. Asimismo, solo el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente sobre las relaciones sexuales o el uso de anticonceptivos. Más dramático aún resulta que casi 750 millones de mujeres y niñas que viven hoy en día se casaron antes de cumplir 18 años, mientras que al menos 200 millones de ellas se han visto sometidas a la mutilación genital femenina. Otro dato alarmante: una de cada dos mujeres asesinadas en 2017 lo fue por su compañero sentimental o un miembro de su familia. El nivel de violencia de género es alto si se tiene en cuenta que en el caso de los hombres estas circunstancias únicamente se dieron en uno de cada 20 hombres asesinados.
A todo lo anterior debe sumarse que el 71% de las víctimas de la trata de personas en todo el mundo son mujeres y niñas, y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual. Las brechas salariales, educativas y de acceso femenino a cargos de poder y decisión continúan siendo altas, al igual que su nivel de victimización por parte de la delincuencia común y organizada.
En Colombia el panorama también es preocupante. Los feminicidios y las agresiones físicas y sexuales a las mujeres, incluso desde temprana edad, vienen en aumento. La violencia intrafamiliar tiene a las mujeres, ya sea en condición de parejas, madres, hermanas o hijas, como las principales víctimas. Es más, según se denunció en el Congreso en agosto pasado, se estima que cada 36 horas es asesinada una mujer que previamente había denunciado maltrato u otro tipo de agresiones.
Según la más reciente Encuesta de Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes, en Colombia la agresión física es la forma más prevalente de violencia, seguida de la sexual y la psicológica. De acuerdo a lo informado por el Ministerio de Salud, la violencia física ocurre más en hombres, sin embargo las mujeres reportaron en mayor proporción haber faltado a la escuela como consecuencia de la violencia física. De igual manera, la violencia sexual es más prevalente en todas sus formas contra ellas.
La misma investigación mostró que el porcentaje de jóvenes entre los 18 y 24 años que sufrió violencia sexual, física o psicológica antes de los 18 años fue de 40,8% en mujeres y 42,1% en hombres. La violencia física antes de la mayoría de edad afecta más a los hombres (37,5%) que a las mujeres (26,5%). La violencia sicológica por parte de padres, cuidadores, parientes o adultos antes de la mayoría de edad se ejerce más sobre las mujeres (21,2%) que sobre los hombres (9,5%).
De igual manera, en el marco del reciclaje de la violencia se han prendido de nuevo las alarmas sobre el reclutamiento de menores de edad por parte de los grupos alzados en armas, especialmente de las disidencias de las Farc.
Si bien es cierto que el Estado colombiano ha avanzado en cuanto a políticas de prevención y asistencia a las víctimas de violencia de género, todavía falta un largo camino por recorrer, como lo prueban los crecientes casos de mujeres que son asesinadas o gravemente heridas pese a haber denunciado que eran blanco de agresiones. De igual manera, es evidente que el agravamiento de las penas de prisión a quienes ejercer cualquier tipo de violencia contra las mujeres no ha logrado disminuir sustancialmente este delito, pese a que un culpable de feminicidio puede ser condenado a 60 años de prisión. En el Congreso, entre tanto, cursan varios proyectos de ley y reforma constitucional que buscan aumentar los castigos a los responsables de delitos atroces contra niños y niñas, incluyendo la propia cadena perpetua.
Es necesario, entonces, redoblar los esfuerzos para combatir la violencia de género. En donde más se debe trabajar es, precisamente, en un sistema de alertas tempranas que sea más eficaz para detectar las situaciones de riesgo y actuar de inmediato, preventivamente.
De igual manera debe entenderse que la exclusión, la discriminación, la inequidad, el desempleo, el desequilibrio salarial, la poca o nula valoración del trabajo en el hogar, entre muchas otras causas, son también formas de violencia socio-económica contra las mujeres. Debe existir una mejor focalización de subsidios, programas y ayudas estatales a la población femenina, más aún cuando las familias que las tienen a ellas como jefes de hogar van en aumento.
Como se ve, la jornada de este lunes, más que una ocasión para celebrar, sin desconocer que hay muchos avances en el combate a la violencia contra la mujer, debe servir de duro campanazo en torno a la necesidad de redoblar los esfuerzos para erradicar uno de los flagelos más graves de la humanidad.