Nuevo escenario en Mesa de Negociación
La compleja recta final del proceso de paz
Definitiva Esa es la palabra que mejor define la etapa que comienza hoy en la Mesa de Negociación entre el Gobierno y las Farc en La Habana. El ciclo 32 de las tratativas es, para muchos, el banderazo para la recta final de un proceso de paz que lleva más de dos años y no puede darse el lujo de completar el tercero, pues de llegar a esa instancia su credibilidad y apoyo nacional e internacional entrarían en crisis. La dilación es, de este modo, el mayor enemigo.
Sin embargo, no será nada fácil abocar esta etapa pues sobre la mesa hay temas complejos. De un lado, es urgente que tras varios meses de discusión, el punto quinto de la agenda, referido a la reparación a las víctimas, se cierre con el respectivo preacuerdo. Aunque nadie desconoce que la crisis derivada del secuestro de los dos soldados y un general truncó el ritmo de las negociaciones al término del año pasado, también es evidente que ya hay, por así decirlo, suficiente ilustración en el tema de las víctimas y llegó la hora de aterrizar y concretar el pacto respectivo. En segundo lugar, la Mesa deberá analizar cómo aborda tres hechos que a mediados de noviembre, antes del incidente del plagio de los militares, no estaban y cuya irrupción no solo modifica el modelo mismo de la negociación sino que podría acelerar las discusiones o trabarlas: el acuerdo de las partes para evaluar medidas de desescalamiento del conflicto interno, la decisión de las Farc de declarar un cese el fuego y de hostilidades unilateral e indefinido y la posterior orden presidencial para que se discutan las bases de un eventual cese el fuego y de hostilidades bilateral y definitivo. Aunque, en perspectiva, hay elementos comunes entre esos tres asuntos, lo cierto es que la priorización en torno de cuál comienza a analizarse de entrada y da pie a eventuales compromisos de las partes tendrá implicaciones muy diversas respecto al ritmo de las tratativas y los énfasis de la Mesa, sobre todo después de que tanto la tregua unilateral de la guerrilla y la decisión del Ejecutivo de terminar la “desconexión” entre los avances en La Habana y lo que pasa en Colombia en materia de conflicto armado, generan un escenario nuevo para el proceso.
A la par esos elementos que hacen sui generis este ciclo 32 de las negociaciones, también hay otras circunstancias que antes apenas si se mencionaban en lo teórico pero que ahora ya están puestas a debate público en Colombia y a nivel externo. La posibilidad de que el narcotráfico sea considerado eventualmente como delito común conexo al delito político de rebelión, la eventualidad de que guerrilleros desmovilizados puedan ingresar a una división rural de la Policía o la no menos álgida discusión sobre el nivel de blindaje jurídico a los cabecillas de las Farc para que puedan o no postularse a cargos de elección popular… Esas controversias ya han sido puestas por las partes bajo la lupa de la opinión pública, en un ejemplo claro de que llegando ya a la recta final del proceso es necesario abocar los temas más gruesos de la negociación, por ser los referidos al desarme, la reinserción y las gabelas políticas y jurídicas a los subversivos. Una discusión aún más trascendental porque si se logra cerrar prontamente el punto de las víctimas en la Mesa, se abordará el último y definitivo: el del “fin del conflicto” e implementación de los acuerdos. Y, para evidenciar por qué este ciclo 32 marca un punto de inflexión en el proceso, su arranque se da cuando está prendida la controversia respecto de cuál debe ser el mecanismo de refrendación popular que se utilice para que la ciudadanía apruebe o rechace lo pactado. Como se sabe, la idea del Fiscal General acerca de que no era obligatorio este filtro en las urnas, recibió un no rotundo del Gobierno y las Farc pero el debate sobre la figura a aplicar sigue in crescendo.
Como se puede evidenciar, el ciclo que comienza hoy en La Habana es trascendental desde el punto de vista interno del proceso, pero también desde el externo, toda vez que está rodeado de coyunturas clave como la expectativa por el arranque de la negociación con el Eln, el inicio de un año electoral que tendrá la paz como telón de fondo proselitista y hasta una materialización de la agenda internacional de Colombia para buscar financiación y apoyo para el posconflicto. Habrá que esperar, entonces, noticias de Cuba.