¿Qué hará la ONU frente a Venezuela? | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Septiembre de 2019
  • Denuncias y clamor de todo un continente
  • Los grandes riesgos de la inacción del ente

 

Una de las notas predominantes en las intervenciones de la mayoría de mandatarios latinoamericanos en la Asamblea General de ONU ha sido, sin duda, la coincidencia en el diagnóstico en torno al peligro para la paz continental que significa el régimen dictatorial de Nicolás Maduro en Venezuela, así como la denuncia del agravamiento de la crisis humanitaria que sufren millones de habitantes de ese atribulado país por cuenta de una satrapía que ha demostrado que, con tal de aferrarse al poder, no le importa sacrificar a su población ni mucho menos que más de cuatro millones de sus compatriotas se hayan visto forzados a huir de la hambruna, la quiebra económica, la ausencia de servicios públicos, la escasez de medicinas y la violenta represión oficialista a los sectores de oposición, protagonizando para ello las más graves violaciones a los derechos humanos de este siglo en el hemisferio occidental .

El pleno de las Naciones Unidas ha sido testigo de que no solo es Colombia el que lleva la voz cantante de la ofensiva internacional contra el régimen. A la descarnada intervención del presidente Duque, que incluso entregó evidencias de cómo la dictadura está patrocinando el terrorismo trasnacional, se sumaron otros discursos de mandatarios que no ahorraron adjetivos para describir el grado de barbarie e inhumanidad en que está sumida la población venezolana.  La gran mayoría de jefes de Estado coincidió en que la comunidad internacional no puede seguir presenciando de forma pasiva y casi indolente lo que está ocurriendo allí. La gran mayoría de jefes de Estado reiteró que no se está pidiendo una intervención militar en Venezuela, conscientes de que ello agravaría la ya de por sí crítica situación de sus habitantes. La gran mayoría de jefes de Estado recalcó que dentro de los instrumentos del Derecho Público Internacional así como en los tratados y convenciones de defensa de los derechos humanos, lucha contra el terrorismo y otros pactos globales hay suficientes herramientas para que desde la ONU, y en especial desde el Consejo de Seguridad, se puedan tomar acciones efectivas, inmediatas y de amplio espectro para frenar la tragedia política, económica, social e institucional en la otrora acaudalada nación andina. Y, también, la gran mayoría de jefes de Estado insistió en que se requiere una acción global, tangible y comprometida, para atender la migración de más de cuatro millones de venezolanos a lo largo y ancho del continente, diáspora que podría aumentar a finales del año entrante a ocho millones y convertirse así en el fenómeno de desplazamiento forzado trasnacional más grave de este siglo en todo el planeta.

El gran interrogante ahora termina siendo uno solo: ¿tras escuchar el cúmulo de denuncias contra la dictadura venezolana la ONU tomará, ahora sí, alguna medida o acción de fondo contra el régimen? Al decir de no pocos internacionalistas, el plan de acción que adopte el ente multilateral más importante del globo en este caso específico podría estar determinando su futuro a corto, mediano y largo plazos. Para nadie es un secreto que en muchas latitudes se considera que Naciones Unidas ha perdido en las últimas décadas credibilidad y capacidad de convocatoria para cumplir su rol principal de ser el órgano garante de la paz mundial. El bloqueo geopolítico derivado del pulso y poder de veto de las cinco grandes potencias que tienen asiento permanente en el Consejo de Seguridad, ha terminado por inmovilizar a la organización, reduciéndola a un escenario de denuncia y réplica, pero muy bajo o inexistente nivel de acción.

El reto para la ONU frente al caso venezolano termina siendo aún más grande en la medida en que los discursos y posturas de grandes potencias, empezando por Estados Unidos, según lo ratificó el presidente Donald Trump ante la propia Asamblea, van en la dirección de que ahora lo más importante termina siendo la búsqueda y defensa prioritaria de los intereses nacionales, incluso por encima del multilateralismo y los consensos trasnacionales.

Así las cosas, el balón está ahora en la cancha de la Secretaría General de ONU y, prioritariamente, del Consejo de Seguridad. Sería muy grave para la credibilidad de ambas instancias que quedaran en el aire todas las denuncias escuchadas esta semana contra la dictadura venezolana y la solicitud mayoritaria de los jefes de gobierno latinoamericanos para que se tomen medidas efectivas que saquen Maduro y compañía del poder, y para que retorne la democracia y el respeto a los derechos humanos en esa sufrida nación. Habrá que esperar a ver qué pasa.