Que el pueblo decida | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Enero de 2014

Apuesta por la paz

Santos en España

 

EN medio de las tensiones que se presentan de manera inevitable por cuenta de la negociación de paz en La Habana, en tanto sigue el conflicto armado en el país, es un hecho que se ha avanzado positivamente en el acuerdo y el Gobierno tiene la percepción de que igual pasará en los otros puntos de la agenda. El presidente Juan Manuel Santos manifiesta, en una larga entrevista con especial despliegue en El País de Madrid, que nunca antes en los diversos intentos que se han hecho para negociar la paz con las Farc se había llegado tan lejos. “Este proceso debería, en teoría, continuar con o sin Juan Manuel Santos porque este es un proceso, no de Juan Manuel Santos, no de mi Gobierno, es un proceso de los colombianos… Es evidente que las negociaciones se prolongarán más allá de las elecciones. Así que lo que busca el Gobierno es que avancemos, que por lo menos cerremos uno o dos temas más”, explicó el Jefe de Estado. Y reiteró la premisa de que el pueblo sea el que, en ejercicio pleno de la democracia y sus derechos, refrende y avale, en las urnas, el proceso de paz.

La política de paz, las negociaciones en La Habana y los acuerdos entre las partes requieren de un reflexivo y tumultuoso apoyo de la población en las urnas. Las encuestas muestran que las grandes mayorías están por una paz negociada, con mayor razón cuando es evidente que la firme y decidida acción militar oficial impide que la subversión consiga crear ‘santuarios’ en el territorio nacional, por lo que se ve obligada a movilizarse continuamente y sobrevivir en medio del peligro y  la zozobra. Negocia la guerrilla por cuanto sabe que no podrá llegar al poder por las armas y que no existen guaridas en el país que les permitan a sus jefes sobrevivir sin luchar. Fuera de eso cada día son más los subversivos que desertan o delatan a sus cabecillas ante las autoridades, todo ello para dejar las armas sin esperar a lo que ocurra en La Habana. Es el momento en el cual los estrategas aconsejan negociar para evitar más derramamientos de sangre.

Como sostiene Norberto Bobbio, la Constitución es un tratado de paz. Lo que ya tiene antecedentes en Colombia cuando se apeló al plebiscito para refrendar los pactos  alcanzados por Alberto Lleras y Laureano Gómez, después de largas negociaciones en Sitges y Benidorm, durante el exilio del jefe conservador en España, al estilo de la Restauración entre liberales y conservadores de la península, por medio de los cuales aquí después se fortalecieron los acuerdos que dieron origen al gobierno bipartidista que, casi por unanimidad, apoyó el pueblo colombiano y acabó con la violencia entre partidos. Tenemos la positiva experiencia de las negociaciones con el M-19 que consiguieron que ese movimiento subversivo se reintegrara a la vida política civil.

El presidente Santos se refiere a un sistema de refrendación ciudadana como la consulta popular, en cuanto es consciente de que ir a un referendo con diversas preguntas podría complicar el proceso. La confianza en que haya un apoyo cerrado en las urnas nace, en parte, por cuenta de los resultados económicos positivos, el hecho de haber conseguido que dos millones de personas salgan de la pobreza, la creciente inversión extranjera y el auge productivo en varios sectores. También se tiene en cuenta el creciente apoyo internacional al proceso de paz, tanto a nivel de potencias como de los gobiernos de nuestra región, algunos de ellos de distinto signo político e ideológico.

Colombia tiene una oportunidad histórica para conquistar la paz. Se trata de cumplir con el mandato constitucional de vivir en un Estado de Derecho en el cual el pueblo esté no solamente amparado por las leyes y derechos, sino que se silencien las armas para siempre. Ningún colombiano de bien quiere que se derrame una gota de sangre de sus semejantes, en el entendido que tenemos la madurez para avanzar en un clima de convivencia hacia el desarrollo con justicia social. La paz es un derecho de los ciudadanos que, lamentablemente, la barbarie y la violencia le han negado a la población de la periferia del país. Ese derecho se debe recuperar por medio del concurso político de la Nación en las urnas. Se trata de avanzar en el siglo XXI por medio de la inteligencia y el ejercicio pleno de la democracia, que ha sido el sueño de los forjadores de la República y del Libertador Simón Bolívar.