En los últimos días se han denunciado nuevos casos de mujeres agredidas sexualmente en el sistema Transmilenio en la capital del país. Y de paso se ha revivido el debate en torno de si son necesarios mecanismos más audaces para frenar esta clase de abusos en el transporte público colectivo. Una de las medidas ya adoptadas es la creación de secciones especiales en los buses articulados exclusivas para mujeres. Se copia así lo implementado en otros países para protegerlas, como la creación de buses, colectivos y taxis llamados “rosas”, que tienen al frente conductoras y sólo transportan a personas del sexo femenino. Ayer, precisamente, Transmilenio anunció el arranque de un sistema de vagones exclusivos para ellas así como una red de gestores de convivencia en todos los articulados.
¿Funcionará esta medida? Habrá que esperar sus resultados. Sin embargo, es claro que en estos momentos el número de articulados y buses alimentadores es muy inferior al volumen de la demanda y esa falencia fue la que dio lugar a las protestas de la semana pasada en varios sectores de la ciudad por parte de usuarios que exigían aumentar las frecuencias y los vehículos del sistema. Si bien Transmilenio respondió con un plan de choque que permitirá en corto tiempo incrementar el parque automotor, la solución definitiva todavía no está cerca, y eso que sólo están en servicio muy pocas troncales, lo que implica que muchos sectores de la ciudad no cuentan con este servicio.
Otra de las opciones propuestas se refiere a aumentar las penas a quienes incurren en esta clase de agresiones sexuales. No son pocas las quejas de las víctimas acerca de que si bien denuncian a sus atacantes, éstos quedan en libertad a las pocas horas e incluso si llegan a la instancia de la condena, el monto de ésta se ubica por debajo de los 4 años de prisión y, por lo tanto, se torna excarcelable.
Igual están quienes consideran que lo que debe hacerse es aumentar -como ayer se anunció- el número de uniformados que vigilan lo que pasa en los articulados y reaccionan cuando se detecta un caso de agresión. Instalación de cámaras, botones de pánico, más agentes encubiertos y otros elementos harían parte de ese nuevo plan de seguridad. No obstante hay quienes consideran que la cantidad de pasajeros que transporta el sistema, sobre todo en horas pico, hace muy difícil para uno o dos agentes o auxiliares de Policía controlar la totalidad de lo que pasa en estos grandes buses.
También se ha pedido lanzar campañas de pedagogía ciudadana con el fin de disuadir a los potenciales agresores de atentar contra la dignidad de las mujeres, así como crear conciencia en todos los pasajeros para que abandonen esa actitud pasiva que a veces se evidencia cuando se produce un caso de estas características.
Hay que estudiar los pros y contras de cada una de las anteriores medidas y propuestas y evaluar cuáles de sus elementos son eficaces para afrontar esta situación anómala e inaceptable.