PESE a los efectos negativos en el país por cuenta de la baja en los precios del crudo y la correspondiente caída en los multimillonarios recursos que por exportaciones e impuestos venían ingresando a las arcas públicas, el tamaño y dinamismo de la economía local permite disponer de fondos para impulsar otros sectores llamados a tomar el liderazgo productivo, como la agricultura.
Los que conocen el campo colombiano están al tanto de las dificultades climáticas y los diversos problemas que deben afrontar nuestros agricultores para que sus tierras den las utilidades correspondientes a la inversión y el trabajo de millones de personas. Es un hecho incontrovertible que la seguridad nacional comienza por abastecer de los productos primarios a nuestros habitantes, con la idea de exportar el volumen restante. Lamentablemente año tras año ingresan al país miles y miles de toneladas de alimentos que podríamos producir aquí. Incluso se traen de países que subsidian a sus agricultores, haciendo imposible competir con ellos. Cuando el peso estaba sobrevaluado resultaba para algunos un buen negocio comprar esos alimentos y víveres en el exterior antes que adquirir la producción local. En estos momentos, por la coyuntura cambiaria, los productos agrícolas de exportación ven aumentar su rentabilidad y oportunidades de mercado.
El Gobierno, en momentos en que la economía tiende a desacelerarse y la crisis petrolera se mantiene, tiene muy claro que es vital impulsar las obras de infraestructura, tarea que en gran parte le compete al Vicepresidente de la República, lo mismo que apoyar el desarrollo de la agricultura en las zonas de la periferia. En este último ámbito deben destacarse anuncios como los hechos esta semana por el Incoder, en torno de que tras los respectivos estudios de factibilidad, se invertirán 10 mil millones de pesos para el agro en varios departamentos como Amazonas, Nariño, Guaviare, Putumayo, Vaupés y Vichada. Mediante alianzas estratégicas con otras entidades se cuenta, como complemento, con dieciocho mil millones para seguir apoyando otra serie de programas. Con aportes como estos, que hacen parte de un amplio menú de herramientas para reactivar la agricultura, se fortalece la agroindustria y a los campesinos y, por esa vía, mejora la competitividad rural y su posibilidad de ser el nuevo cimiento de la economía nacional.