*La palabra del Papa
*El marxismo es erróneo
El Papa Francisco, como corresponde a la máxima autoridad eclesiástica de la cristiandad, le da suma importancia a la Navidad, esto en un tiempo en el cual la sociedad de consumo absorbe la atención del público, bombardeado por toda clase de ofertas comerciales y de todo tipo, que lo alejan de la espiritualidad. Son raros los que siguen los preceptos de la Iglesia y se rencuentran con la familia; muchos los que se dejan atolondrar por el alcohol. Conocedor de la sociedad en la que vivimos el Papa Francisco les pide a sus fieles que vivan la Navidad con coherencia. Esa palabra coherencia es clave, según el diccionario: la relación lógica y adecuada de las partes que forman un todo. Se trata de la fecha más importante del calendario cristiano. Según San Mateo, Evangelio 27, 33-50: Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa “lugar del Cráneo”, le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos”. Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: “Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!”. De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo: “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo”!
Ese solo hecho de las terribles torturas que sufrió Jesucristo, como su mensaje sublime de redención con todos los detalles que difunde la Iglesia y el cristianismo conmueven a la humanidad, al conocer que se sacrificó como ejemplo por un mundo mejor. En ese momento sus adeptos eran las gentes de menos recursos en una esquina lejana del Imperio Romano; el incidente parecía uno cualquiera de injusticia que cometen las autoridades en todas las épocas, siendo que se trataba de uno de los hechos más trascendentales de la humanidad. En tiempos en los cuales prevalecía la ley del talión, predicar el perdón de los pecados era algo casi que inconcebible. Y la doctrina cristiana se extiende por el mundo por cuanto no tiene par en ese campo. Recordemos que el amor al prójimo y al más débil en la escala social se tenía por debilidad o castigo de los dioses... En tiempos en los que se invocaba a los dioses romanos o paganos, para pedir castigo contra sus enemigos, y desear lo peor a otros. Se necesitó de la Iglesia para que eso cambiara y la humanidad entendiera que mediante el amor se podía construir sociedad, acallar las bajas pasiones y superar los vicios. Es donde nace la civilización cristiana.
Es quizá por esa razón que el Papa exhorta al mundo a la reflexión y que recuerde que: “el nacimiento de Jesús no es un cuento". Por lo mismo, como lo hizo en su momento el Nazareno, se entrevistó con los niños de la Acción Católica, que son el futuro de la humanidad y a los que posiblemente les tocará vivir en un mundo en ruina moral. El Papa insistió en lo que es esencial para el cristiano: “Si están convencidos de ello, seguramente sabrán transmitir la alegría de esta amistad por todas partes: en casa, en la iglesia, en la escuela, con los amigos. Y por los enemigos, rezar para que se acerquen a Jesús”. Por siglos, como decía, un famoso orador español, la Iglesia enseñó el amor a Dios, la mujer y la patria. Esos valores cristianos redimieron a los hombres y le dieron un lugar especial a la mujer, que comenzó por el respeto y la devoción a la madre de Jesús, que dio a luz en un pesebre... Eso en un tiempo en el cual las mujeres eran tratadas como esclavas en casi gran parte del mundo. Francisco se refirió al amor y el respeto por el prójimo: “Así sabrán dar testimonio con un comportamiento de verdaderos cristianos, dispuestos a echar una mano a los necesitados y también a aquel que no te quiere mucho, sin juzgar a nadie y, sin hablar mal de nadie”. Y, también, advirtió que la doctrina del materialismo marxista es errada, así no le importe que lo confundan por ayudar a los humildes...