Los países de nuestra región participantes en la XXII Cumbre Iberoamericana en la ciudad de Cádiz, junto con el país anfitrión España, y con Portugal, hicieron un pronunciamiento vehemente para que se interrumpa de inmediato la violencia "en Palestina e Israel". Así como pidieron la apertura de canales de diálogo. Se hizo un llamado a “las partes a interrumpir inmediatamente las hostilidades y a retomar, en el más breve plazo posible, el proceso de paz". Los países árabes en llamas, con raras excepciones, han sido empujados a enfrentar sus diferencias a tiros. La experiencia en torno de los distintos conflictos que se han presentado en el Medio Oriente muestra que los mismos suelen afectar económicamente a los vecinos, dado que por la guerra o los atentados se producen altibajos en los precios del petróleo. Lo que determina que baje o suba la capacidad de compra de los gobiernos y la población, que necesitan adquirir los bienes producidos por terceros países. Las potencias y los movimientos fundamentalistas coinciden en armar a los grupos que luchan por el control de las calles con miras a tomarse el poder, en tanto los gobiernos no se limitan a defenderse y cuentan con milicias propias lo que determina que se derive en guerra civil, que destruye las grandes urbes y poblaciones intermedias, sin respetar ni los humildes campamentos de refugiados.
Para los presidentes de los países de Hispanoamérica, desde donde se ve de lejos la crisis en el mundo árabe y la posibilidad de que se internacionalice aún más el conflicto, el mirar de cerca desde Cádiz los acontecimientos les ha permitido asimilar mejor lo sucedido. Y entienden que la destrucción e interdicción de algunas de esas naciones como el caso de Libia, donde Estados Unidos y la Unión Europea, en particular Inglaterra y Francia, con la franca excepción de Alemania, intervienen para derrocar a Gadafi, a la larga ha sumido en el caos ese país que tardará años en recuperarse, lo mismo que hechos similares benefician a los sectores más extremos y fundamentalistas en la región. Israel es cada vez más fuerte en medio de la autodestrucción de los vecinos, incluso bajo el paraguas de una red antimisiles, pero la tecnología avanza cada vez más y es posible que se vendan armas de largo alcance que sean más veloces o difíciles de detectar. Lo que volvería insostenible la teoría de los bombardeos selectivos de Israel o preventivos, para preservar la intangibilidad territorial. Por lo que el diálogo y el acuerdo convienen a todos. ¿Mas con quien negociar cuando la guerra derrumba los gobiernos y se atomiza el poder en manos de los distintos grupos armados, que apenas controlan trozos del territorio y algunos barrios en llamas?
La mayoría de los países de Hispanoamérica que hicieron el llamado por el diálogo y la paz en el Medio Oriente, entre Israel y Palestina, controlan a plenitud su territorio y viven en democracia y la civilidad. Con excepción de Colombia y los esporádicos brotes de violencia rural en Perú, como de Eta en España. El presidente Juan Manuel Santos aprovechó el encuentro para reafirmar lo que se ha convertido en el eje de su política, que el Gobierno quiere la paz y tiene toda la determinación y voluntad de llegar a un acuerdo negociado con los subversivos de las Farc. De manera serena y afirmativa insistió: “No será por intransigencia nuestra que estas conversaciones no tengan éxito dentro de un tiempo prudencial”. Luego otros son los intransigentes. Lo que significa que no se trata de repetir ni eternizar el diálogo en disquisiciones bizantinas, ni caer en la trampa del cese el fuego, que fortalecería a las Farc.
El intento por parte de los subversivos de confundir a los negociadores y forzar al Gobierno a seguir ese derrotero que en el pasado benefició a la guerrilla, no se volverá a repetir. Y recalcó que: “la negociación es un proceso guiado por los principios de dignidad, eficacia, prudencia y realismo. Ya se verá cómo entienden los subversivos esos términos para no derivar en un dialogo entre sordos”. El Gobierno tiene claro que en caso de burla a los puntos a tratar y de persistir las tácticas dilatorias se pararía de la mesa en Cuba y la guerra contra las Farc se intensificaría con todo el poderío del Estado y el apoyo nacional. Sobra decir que todos los gobernantes apoyaron el avance por la paz de Santos.