Plan de Reconstrucción Nacional | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Mayo de 2021

Avances en Estados Unidos y el Reino Unido

* Reformas deben apuntar a soluciones integrales

 

En Estados Unidos y el Reino Unido, el presidente Joe Biden y el primer ministro Boris Johnson, al igual que se está tratando de hacer en otras partes del mundo, han generado una serie de medidas a raíz de los estragos económicos y sociales causados por la pandemia del coronavirus (sindemia, en el sentido del gran impacto sanitario del covid-19, las enfermedades derivadas y sus fuertes consecuencias en la sociedad y los gobiernos a todo nivel). Medidas que giran en torno a una especie de Plan de Reconstrucción Nacional.

No es, por tanto, Colombia el único país que se ha visto apremiado por esa sindemia, sino muchas otras naciones que viven circunstancias similares, particularmente el desempleo, la desesperanza juvenil y el retroceso de todos los indicadores de la clase media con el consecuente crecimiento de la pobreza.

Así las cosas, si en los países con los mayores recursos del mundo no se teme hablar de un Plan de Reconstrucción Nacional, no se entendería por qué no puede abocarse una estrategia de las mismas características en nuestra nación.

De suyo, el presidente Biden, en el país norteamericano, ha crecido inconmensurablemente los niveles de endeudamiento a fin de generar condiciones más favorables para los sectores vulnerables y al mismo tiempo progresar en la reactivación económica.

En esa misma vía ayer el primer ministro británico, Boris Johnson, explicó su Plan de Recuperación Nacional, que fue presentado oficialmente por la Reina Isabel II, en su rol de Jefa de Estado. La estrategia incluye un sólido fortalecimiento presupuestal y operativo del sistema de salud público así como un ambicioso esquema de incentivo al empleo y protección a las empresas, enmarcado dentro de un programa de largo alcance en materia de “cuidado social” y apoyo a los más vulnerables, incluida una propuesta para reducir las disparidades raciales y étnicas. A ello se suma un mayor énfasis en los programas contra el cambio climático y una plataforma de ajustes para combatir la violencia intrafamiliar y aumentar la seguridad en general. No menos importante, como en Estados Unidos, se propone también un gigantesco plan para invertir y mejorar las infraestructuras nacionales, que redundará en más generación de puestos de trabajo.

La situación por la que hoy pasa Colombia exige, en la misma medida, un Plan de Reconstrucción Nacional. No se trata, exclusivamente, de negociar puntos coyunturales, sino de ir mucho más allá dentro de un espíritu de concertación y consenso que permita sacar avante el país entre todos.

Como es apenas obvio, el Plan Nacional de Desarrollo actual, al que todavía le quedan dos años de vigencia, está totalmente rebasado por las condiciones críticas generadas por la pandemia. Así las cosas, es menester incluir un nuevo capítulo fundamental en esa bitácora gubernamental que, como anexo autónomo, se componga de las diferentes cláusulas para implementar  efectivamente ese Plan de Reconstrucción Nacional.

En primer lugar, ese capítulo adicional, por supuesto, debe contener prioritariamente todo lo relativo al refuerzo sustantivo de la asistencia social, como pretensiones de mediano y largo plazos: el programa de Ingreso Solidario permanente para apoyar a cinco millones de familias; la devolución del IVA a los hogares más pobres; la educación superior gratuita en instituciones públicas para los estratos 1, 2 y 3; el mantenimiento de las estrategias para fomentar el empleo (sobre todo de jóvenes y mujeres) y los apoyos a la sostenibilidad de las empresas, con el fin de mantener y acrecentar los puestos de trabajo.

Pero igualmente es dable pensar, en la misma medida de los otros países, que no solamente se necesita un plan de infraestructura exclusivamente referido a las concesiones de cuarta y quinta generación, sino el involucramiento directo del Estado en el impulso de nuevas obras.

También debe quedar perfectamente claro cuál es el tipo de reforma a la salud que se pretende, por cuanto no es suficiente con hundir la que se tramita en el Congreso. Como en las demás naciones, urge saber exactamente qué sistema operativo sanitario se busca y generar las financiaciones correspondientes.

Pero ante todo, el Plan de Reconstrucción Nacional debe ser un aliciente para recuperar la esperanza en medio de la nociva polarización que se vive, en donde algunos sectores están pescando en rio revuelto, precisamente para no permitir el espacio del diálogo y la concertación.

Para lograrlo se requiere, obviamente, una gigantesca cantidad de liderazgo. Los temas ya están sobre la mesa. Así las cosas, de lo que se trata es de generar una gran coordinación que permita canalizar las energías nacionales hacia propósitos estructurales e integrales muy bien definidos.