Plan de choque para empleo | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Agosto de 2021

* Urge acelerar la reactivación productiva

* Ir más allá de superar efecto pandémico

 

El impacto de la pandemia del covid-19 en materia de empleo en el mundo ha sido devastador. Los informes de la Organización Internacional del Trabajo no solo hablan de “cataclismo” laboral, sino que señalan que los efectos de la emergencia sanitaria han sido, en año y medio, cuatro veces superiores a los de la crisis económica de 2008.

Las cifras son alarmantes: el desempleo global ronda hoy los 200 millones de personas y no menos de 100 millones de trabajadores fueron empujados a la pobreza por cuenta del coletazo socioeconómico del coronavirus. El aumento del trabajo infantil, una mayor brecha de género en el mercado laboral y la pauperización de la calidad del empleo tradicional y emergente completan este oscuro panorama. En el mejor de los casos, si la curva epidemiológica lo permite y no se reimplantan cuarentenas estrictas, solo hacia finales de 2023 se volvería a los índices de desocupación, que tampoco eran los mejores, del cierre de 2019, antes de la pandemia.

Obviamente Colombia no ha sido la excepción en esta debacle. En febrero de 2020, días antes del comienzo de la crisis sanitaria (el primer caso de covid-19 se reportó el 7 de marzo y dos semanas después arrancaron los confinamientos poblacionales), el país tenía una tasa de desocupación de 12,2%. Ya para marzo, el indicador aumentó a 12,6% pero el pico más alto se dio mayo siguiente, con 21,4% a nivel nacional, aunque en las trece ciudades y áreas metropolitanas llegó a un dramático 24,5%. Se habló entonces de no menos de cinco millones de plazas perdidas.

De allí en adelante, a medida que el sector productivo empezó a prender motores de manera gradual, el mercado laboral comenzó a mejorar poco a poco. De hecho, diciembre pasado cerró con un 15,9%, un indicador esperanzador en medio de la gravedad de la crisis social y económica, la caída en picada del crecimiento económico (retrocedió 6,8%), el cierre de miles de negocios, productividad negativa empresarial así como un aumento de la pobreza de siete puntos, poniéndose por encima del 42%.

Ya en 2021, tras los altibajos en desempleo producto de los picos de la pandemia y la ola de paros y bloqueos de mayo y comienzos de junio, el primer semestre cerró con una tasa de desocupación de 14,4%, inferior al 19,8% de un año atrás. Para el Gobierno se trata de una noticia positiva porque significa que en los últimos doce meses se recuperaron 2,28 millones de empleos, al subir la cantidad de personas ocupadas a 20,62 millones en todo el país. A hoy habría, en consecuencia, 3,47 millones de desocupados en Colombia, un volumen obviamente muy alto.

Sin embargo, desde otros sectores han alertado que aunque la economía ha crecido este año (el PIB ya estaba en 1,1% a marzo y se calcula que a junio sobrepasó el 3%), la dinámica del mercado laboral no tiene igual ritmo. De hecho, según la Cepal el promedio de desempleo regional está en 10,5%, por debajo del indicador de nuestro país. Incluso Fedesarrollo advirtió la semana pasada que se está materializando unos de los grandes riesgos identificados este año: crecimiento sin recuperación del empleo. Por lo mismo urgió un plan de choque en este campo.

Visto todo lo anterior, es claro que se requiere acelerar las estrategias de fondo para la generación de empleo. Una política estructural que vaya más allá de la meta de superar el impacto pandémico y volver a los índices anteriores a la emergencia. Los subsidios estatales a las nóminas empresariales y el mismo incentivo para contratar a jóvenes entre 18 y 28 años son apuestas importantes pero con un efecto coyuntural.

Para ese plan estructural se requiere más audacia del sector público en cuanto a impulso a la reactivación y fortalecimiento empresarial, mejora sustancial del clima de negocios, mayor equilibrio en la carga tributaria para los sectores más intensivos en demanda de mano de obra, superar los cuellos de botella en la competitividad y acceso a mercados externos así como atraer más inversión extranjera y acelerar el plan de infraestructura del orden nacional, regional y hasta local. Igual debe implementarse un marco legal y de respaldo financiero más tangible para las nuevas dinámicas laborales relacionadas con el teletrabajo, el comercio electrónico y el auge en la generación de productos, bienes y servicios derivados de una mayor utilización de las tecnologías y las telecomunicaciones.

El mensaje es claro: la reactivación productiva debe ir acompañada de una recuperación más efectiva de las plazas de trabajo, tanto de las pérdidas en medio de la crisis como en la generación de nuevas. No habrá reflote económico y social sólido mientras no se consiga este objetivo.