El impacto del fenómeno climático de El Niño ya se está sintiendo con rigor en muchas zonas del país, especialmente en la costa Caribe. Y paradójicamente las altas temperaturas en el norte contrastan con episodios de lluvias torrenciales en la región central. Sin embargo, es evidente que nos exponemos, en gran parte del territorio, a una segunda temporada invernal, que se supone debe empezar a finales de este mes y se caracterizará por una disminución de los promedios históricos de precipitaciones y una tendencia a la sequía en algunas regiones.
Desde hace varios meses, sectores de la agroindustria y otros rubros productivos venían urgiendo del Gobierno que se activara un plan de choque para hacer frente a los crecientes efectos lesivos de la contingencia climática. De hecho, una de las razones de la crisis en el sector energético que se está alertando en las últimas semanas se debe no solo a los problemas financieros de las generadoras y las distribuidoras, sino también a que el precio del kilovatio de energía que se negocia en la respectiva Bolsa se ha impactado por la disminución del nivel de los embalses y la posibilidad de tener que acudir a la cadena termoeléctrica para suplir eventuales vacíos en la oferta de este servicio.
Por igual, la oleada de incendios forestales sigue profundizándose en algunas regiones, en tanto que se prendieron alertas tempranas por los sistemas de abastecimiento de muchos acueductos que se surten de fuentes fluviales y represas.
Esta semana, pese a que había sido anunciado tiempo atrás, se volvió a informar sobre la destinación de más de 2,2 billones de pesos por parte del Gobierno para sufragar acciones estratégicas de prevención y atención inmediata de las emergencias, fortaleciendo las capacidades de los organismos que conforman el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo.
El mapa de contingencia muestra que hay 176 municipios con alto riesgo de emergencias, con el agravante de que tienen una baja capacidad operativa y presupuestal para hacer frente a problemáticas derivadas de fenómeno climático.
Es imperativo que, además, desde las carteras del área económica se habiliten líneas especiales de acceso a recursos para ayudar a la agroindustria y el campesinado en general. Una afectación en el ciclo de cosechas pondría en peligro el abastecimiento alimentario para final de este año y comienzos del próximo, lo que se constituiría en un eje de presión para una inflación que se mantiene por encima del 10 %.
Ojalá este nuevo plan de choque se aplique con eficiencia, ya que los efectos de El Niño se están sintiendo desde hace varias semanas, cada vez con mayor intensidad.