- La Moncloa desafía a la justicia
- Involución de la izquierda socialista
El socialismo moderado de Felipe González, que en su momento marcó un hito en la transición española por restablecer la democracia al fallecer el dictador Francisco Franco, no es el mismo de Pedro Sánchez. Esa sabiduría política que sorprendió al mundo con dirigentes como Adolfo Suárez, Manuel Fraga Iribarne o el mismo González, entre otros, está ahora ausente.
La percepción de la política que se desprende de la agitación que vive ese país es de una evidente involución, obstinada en perseguir a las derechas, ya sean moderadas, centristas o extremistas. Hasta se combate políticamente a los símbolos del antiguo régimen así como a sus familias. Por ejemplo, grupúsculos de socialistas descreídos y ateos pretenden sacar de los campos santos a los políticos y generales que ganaron la Guerra Civil. Se trata, entonces, de utilizar a mansalva el poder, lo que, sin embargo, no consigue modificar la verdad histórica. Hay un evidente esfuerzo vano por exaltar en el santoral socialista a los derrotados y expulsar de sus mausoleos a los del bando vencedor. Ello comprueba, como se dijo, la tendencia a la involución y a no aprender de la realidad de la historia, un fenómeno que aqueja marcadamente la mentalidad del socialismo español.
Por ejemplo, tras todo lo que inicialmente dijeron luego de los últimos comicios, resultó falso que no harían alianza con los chavistas de Podemos. “En ningún caso” repitió Sánchez durante su campaña así no se lo estuviesen preguntando. Pero ya hoy Pablo Iglesias está de Vicepresidente y varios de sus agentes viajan en vehículos oficiales, con partidas del Tesoro y protegidos por el sistema en el día a día, pese a desarrollar una campaña propagandista disociadora y neomarxista. Por lo pronto, los socios del socialismo derrochan el erario y proponen abusivas alzas de impuestos que afectan principalmente el presupuesto de las familias de clase media. Podemos, así, cobra mayor fuerza e importancia en el gobierno, a sabiendas de que sin su concurso el PSOE podría perder el poder en el régimen parlamentario.
Juan Donoso Cortés, en su famosa obra sobre las tendencias políticas europeas, sostenía que bajo la costra de los socialistas, al rasparla, aparecía la piel de un comunista, en especial en los tiempos de crisis cuando los políticos, como el camaleón, cambian de color. Tras lo transcurrido en el siglo XX, en donde se padeció la Guerra Civil española -laboratorio experimental de la Segunda Guerra Mundial-, el derrumbe estrepitoso de la Unión Soviética y el desastre económico en el que se ahogaron los países de la Cortina de Hierro, se supondría que la izquierda peninsular no volvería a cometer los mismos yerros. Pero a la luz de los hechos recientes, se comprueba que no aprende de sus propios errores. Sánchez lo demuestra, entre otras cosas, prometiendo la libertad de los prisioneros segregacionistas y el retorno sin sanción de los fugados del país. Aunque el Supremo condenó a Oriol Junqueras a 16 años de prisión hoy, por cuenta del gobierno, los jefes separatistas gozan de extravagantes privilegios para salir a la calle y entrar a prisión a conveniencia. Se está propiciando, entonces, un atentado desquiciado a la unidad de España, que alienta nuevos alzamientos e intentos separatistas. No se respeta que la mayoría de los catalanes están por la unidad monolítica del país, lo mismo que el resto de la población nacional.
La coalición con Podemos, partido en su momento adoctrinado y financiado por Hugo Chávez, lleva al gobierno socialista a cometer errores, como el de coordinar con Caracas la reunión clandestina con la vicepresidenta del régimen dictatorial, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Barajas, a sabiendas de que estaban violando los protocolos de la Unión Europea, que no le permite ingresar a su territorio a nadie de ese gobierno de facto. No se sabe a ciencia cierta qué temas se tocaron en el polémica reunión, pero se menciona el interés en el petróleo y el oro así como en eventuales negocios de abastecimiento a la satrapía chavista. La Moncloa, como si fuera poco, se contradice versión tras versión.
A la par de ello, el presidente legítimo y encargado de Venezuela Juan Guaidó, de visita a España, fue sorprendido por la frialdad del gobierno socialista y el intento de desconocer su condición de jefe de Estado, una actitud que molestó a más de medio centenar de países que están por la restauración de la democracia en la nación suramericana. Hasta se habló de sanciones económicas a Madrid por cuenta del gobierno de los Estados Unidos, que ve con precaución que en un país amigo en donde tiene varias bases militares, se da un peligroso giro a la izquierda.
Lastimosamente, mientras el turismo en España peligra por la extensión del coronavirus a su territorio, el gobierno socialista no se ve dispuesto a tomar las medidas preventivas que reclama esa emergencia. La Moncloa está distraída en asuntos menores en tanto asoman crisis en distintos niveles.