Las polémicas siempre están a la orden del día en lo relativo al proceso de paz en Colombia. Lo extraño sería que no las hubiera. De allí que no se debe sobredimensionar el hecho de que algunos militares retirados que asesoraban al general (r.) Jorge Enrique Mora Rangel, integrante de la comisión gubernamental negociadora en La Habana, hayan renunciado por tener disparidad de criterios con las posturas oficiales. Partir de este hecho circunstancial para advertir que se ahondan al extremo las fisuras en el estamento castrense en torno del rumbo del proceso de paz con las Farc, es a todas luces exagerado.
Por el contrario, lo que debe destacarse es el hecho mismo de que, por instrucción presidencial, bajo cuyo mando exclusivo está el proceso de paz, el general (r.) Mora ahora divida su tiempo entre los viajes a La Habana y las giras por las divisiones, brigadas, batallones y demás instancias de la Fuerza Pública para explicar hasta donde sea posible cómo avanzan las tratativas con la guerrilla, qué se ha acordado de manera puntual y cuáles los temas que no se van a negociar por ningún motivo, entre ellos, primordialmente, la estructura, función y operatividad del Ejército, la Armada, Fuerza Aérea, Policía y otros organismos de seguridad y orden público. Un papel similar en materia de explicación del proceso al estamento militar también están cumpliendo los partidos de la Unidad Nacional.
Igualmente es claro, como lo señaló oportunamente días atrás un editorial en estas páginas, que la presencia de los dos generales retirados en la comisión negociadora (Mora y el hoy ministro Sergio Naranjo) ya no era tan necesaria, toda vez que la discusión sobre temas tan complejos como el desarme, el desminado y los mecanismos para desescalar el conflicto armado, está en cabeza ahora de cinco generales y un almirante, todos activos. No hay pues, como erróneamente se ha tratado de decir, un debilitamiento de la voz castrense en la Mesa de Negociación, sino un fortalecimiento cuantitativo y cualitativo de la misma. Difícilmente se pueden encontrar antecedentes en otros procesos de paz a escala nacional o internacional, en donde la participación de la Fuerza Pública en las tratativas de paz sea tan activa y concreta.