*Mujica desafía la prohibición
*Quién está tras el negocio
Uruguay es uno de los países de Hispanoamérica que a lo largo de su historia se ha distinguido por su acendrado sentimiento democrático, la responsabilidad de su clase dirigente, la eficaz organización administrativa, el respeto a la ley, la civilidad y elevada cultura política, así como el manejo financiero responsable, con una banca respetable y estabilidad jurídica, comparado con sus poderosos países vecinos Argentina y Brasil, han sido en su suelo una rareza los gobiernos dictatoriales y el aventurerismo populista. Las facilidades para estudiar y pasar a la Universidad son reconocidas de antiguo. Sin que por ello dejara de sufrir la violencia que sacudió a los vecinos por cuenta de los agentes de la revolución que resolvieron tomarse el poder por la fuerza de las armas y el terror, en tiempos en los cuales por la vía legal de la disputa democrática no conseguían seducir a las masas, ni alcanzar las mayorías, surgen hace más de 30 años los Tupamaros en un país agrícola, en el cual cada cierto tiempo, por lo general, con miras a las elecciones la izquierda agitaba la protesta social en los campos. Los Tupamaros estuvieron influidos por la revolución cubana y por los movimientos subversivos de Brasil y Argentina. Entre los más duros jefes rebeldes figuraba el comandante Facundo, que un día fue capturado por los militares, torturado y mantenido largo tiempo a la sombra.
Al salir libre y beneficiarse de la amnistía que cobijó a los Tupamaros, resolvió participar en política. Ya no era más el comandante Facundo, sino José o Pepe Mujica, un formidable activista político con gran capacidad de comunicarse con sus seguidores y captar voluntades. No había sido de los más notorios dirigentes tupamaros, los más destacados murieron. Sobresale como uno de los más hábiles y experto en conseguir consensos entre los trabajadores y limar antagonismos políticos, al tiempo que cuando era necesario mostraba su capacidad de diatriba y de castigar al contrario con sus fuertes ataques verbales. Su aspecto campechano le gana la simpatía de la multitud, sabe resumir en pocas palabras sus propuestas, que por extremas que puedan ser las presenta de manera natural, sin estridencias. Sus íntimos dicen que su paciencia puede llegar a ser desesperante para sus contrincantes. Sagaz y buen observador, reconoce los puntos débiles de los que le rodean y es instintivo para saber cuáles son los más leales. Cuando ganó la elecciones, no dejó que sus parciales cayesen en el revanchismo, ni apeló al viejo discurso retador de los socialistas y Tupamaros. Apenas con eso se ganó el respeto de sus antiguos adversarios. Se le reconoce por un vivir modesto, sin lujos ni apetencias de la sociedad de consumo.
Lo anterior no quiere decir que haya abandonado del todo sus antiguos ideales, ni reconocida audacia, ni mucho menos, sigue siendo un iconoclasta; parece que ha estudiado el modelo chino y por lo mismo no promueve expropiaciones ni pretende exacerbar los antagonismos de clase. Lo que, de alguna, manera ha desilusionado a los ultras entre sus parciales y los nostálgicos de la revolución. Al parecer, desde hace años, asesorado por elementos de la alta finanza internacional, estaban estudiando la posibilidad de convertir a Uruguay en el Paraíso de la marihuana y conseguir una parte de la torta del negocio que mueve millones de dólares... Los estudios económicos indican que sería muy lucrativo, pese a los riesgos que implica el manejo de la situación con los vecinos países que la prohíben. Sostiene que los estudios que le han presentado los asesores sobre el tema, muestran, en apariencia, que cannabis en dosis pequeñas o como ungüento puede tener efectos curativos. Sin que su objetivo sea emplearla en ese campo. Se trata de hacer un gran negocio y venderla a terceros países.
Se informa que las autoridades de Uruguay tienen un plan informático para que quienes pretendan acceder a la marihuana en las farmacias del país, las cuales abastecería el Estado, lo puedan hacer usando una tarjeta magnética individualizada. La identificación serviría para llevar un registro que permite que los interesados puedan recibir una dosis de 40 gramos mensuales, que es lo que permite la ley que presentó el Gobierno y que aprobó el Congreso por mayoría. Se destacó en la oposición el expresidente Luis Alberto Lacalle, que rechazó la medida y sostiene que le causará un inmenso daño a la juventud y que por tratarse de un cultivo dirigido por el Estado será una marihuana de mala calidad. Se abre el debate.