¿Para cuándo la estrategia integral? | El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Enero de 2022

* De nuevo Arauca sacudida

* Se sigue perdiendo la iniciativa estatal

 

 

Esta semana se volvió a estremecer el país con un atentando en Saravena, Arauca. No es cosa nueva, pero igualmente demuestra la falta de control territorial por parte del Estado en esa zona del país, que se ha convertido en todo un reto geopolítico y también en un verdadero desafío frente a la guerra que libran las guerrillas entre sí para mantener su dominio en la región.

La situación se hizo aún más evidente luego de que ante la visita del presidente Iván Duque a Arauca, el domingo pasado, contingentes guerrilleros del Eln salieran momentáneamente a algunas calles de Arauquita. Es decir, que pretendían demostrar que, pese a que el primer mandatario estaba cerca, los subversivos podían realizar los patrullajes que a bien quisieran.

Muchas veces se ha reiterado, en estas líneas, que toda la franja fronteriza con Venezuela tiene un control bastante deficiente. Desde el atentado al helicóptero presidencial, en el aeródromo de Cúcuta, pasando por muchos hechos dramáticos hasta hoy, resulta claro, como lo hemos insistido, que se necesita una estrategia integral, de corto, mediano y largo plazo, que permita la recuperación del orden público, bajo un cronograma establecido y la estructura operativa, militar y cívica, necesaria a los efectos.

En realidad, son muchas las ruedas de prensa que se dan, hasta el punto de no encontrarse ningún contenido nuevo. Y los múltiples consejos de seguridad solo sirven para aminorar momentáneamente la presión de la opinión pública. Pero, a decir verdad, la estrategia descrita anteriormente nunca se ha puesto sobre el tapete.

En primer lugar, hay que recuperar la iniciativa por parte del Estado, por cuanto suele verse siempre a la defensiva y actuando solamente de una forma reactiva ante los sucesivos desórdenes que se presentan en la zona.

No se trata, exclusivamente, de que el primer mandatario vuele a Arauca o sus alrededores cada vez que se presenta una grave contingencia de orden público. Por supuesto es vital, como comandante supremo de las Fuerzas Militares, que haga presencia reiterativa. No obstante, ello no es óbice para que se exprese, con todo rigor, la estrategia que debe acogerse y que debe ser un compromiso público, inclusive con una alocución presidencial del orden nacional, que así deje informados a todos los colombianos.

Tampoco puede desconocerse que el gobierno ha venido invirtiendo ingentes recursos en la zona, tratando así no sólo de mejorar las condiciones sociales, sino igualmente las carreteras y viaductos desde hace tiempo aplazados. Sin embargo, ello ha quedado opacado con la lesiva situación que enfrentan los habitantes del oriente colombiano, cerca a la frontera con Venezuela. De hecho, el mismo régimen venezolano ha trasladado un número importante de tropas a esa zona limítrofe. Como se sabe, las guerrillas colombianas van, vienen y pululan a su antojo a ambos lados de dichos límites divisorios. Y también es de conocimiento público que ciertas guerrillas son protegidas del lado venezolano, pese a que la importación del conflicto colombiano sea uno de los mayores exabruptos de la satrapía madurista, puesto que del otro lado de la frontera la ciudadanía también vive en zozobra constante.

Por su parte está bien que el gobierno colombiano fortalezca con una mayor cantidad de contingentes militares las brigadas de la zona. No obstante, mientras no exista un claro propósito de recuperar el orden público, con fechas y plazos establecidos, no habrá resultados que puedan ser evaluados y que ante todo signifiquen la retoma de la iniciativa.

Por el contrario, las guerrillas siguen combatiendo por los corredores estratégicos que permiten todo tipo de contrabando proveniente de la minería criminal, el tráfico de estupefacientes, la tala de bosques y muchas otras circunstancias por cuenta de una frontera abiertamente erosionada y sin los controles debidos.

Podrán citarse otros muchos casos específicos de atentados constantes, en la misma Cúcuta, en el Catatumbo, en Arauca y otras partes de la región nororiental. Pero todo ello, en su conjunto, lo que demuestra, como se dijo, es que se requiere de una acción integral, con la ayuda eficaz de la ciudadanía y una disciplina consecuente con unos propósitos claramente delimitados. No se trata, claro está, de acudir a los estados de excepción como algunos han propuesto, sino de la eficacia en las labores y la concentración de los esfuerzos en puntos precisos.

Es posible que al actual gobierno le quede poco tiempo de acción, pero es indispensable que se logre, con urgencia, un norte fijo para la fuerza pública. Pero esa acción es imposible si no se cuenta con la colaboración de los habitantes que, desde luego, se encuentran temerosos en medio del fuego cruzado.

El caso de la bomba en Saravena, esta semana, podrá ser solo un hecho puntual, pero sirve para señalar que sin una estrategia integral se seguirán produciendo eventos luctuosos y lamentables cada vez que los agentes subversivos vean la oportunidad de seguir predominando en un lugar vital, como éste, para los intereses colombianos.