* Solo la justicia podría derrotar a su candidato
* Corrupción, economía y China, temas de campaña
El próximo domingo se realizarán elecciones presidenciales, legislativas y municipales en Panamá. Es un evento crucial porque se decide si el poder en el istmo queda en manos de seguidores del expresidente Ricardo Martinelli, quien gobernó hasta 2014 o de sus encarnizados enemigos, que no le dan tregua.
Condenado por lavado de dinero cuando se enfilaba a conquistar un nuevo periodo en las urnas, desde el pasado 7 de febrero el exmandatario está asilado en la embajada de Nicaragua en su país.
Hay ocho candidatos en la contienda, predominantemente de derecha. Al verse marginado Martinelli postuló a su fórmula vicepresidencial y exministro de Seguridad, José Raúl Mulino, quien figura como favorito, en todas las encuestas. Con 30 % aventaja ampliamente a cada uno de los tres aspirantes de centro derecha que le siguen: Ricardo Lombana (15 %), Martín Torrijos (13 %) y Rómulo Roux (11 %).
Además de los inmensos intereses económicos de la relación comercial y financiera, Colombia tiene en juego el tema del flujo migratorio a través de la selva del Darién, que el año pasado registró el paso de más de medio millón de personas de múltiples nacionalidades, en su mayoría venezolanos, ecuatorianos, cubanos, haitianos y grupos minoritarios de asiáticos y africanos. Mulino anuncia en campaña que pondrá fin a ese tráfico ilegal, procederá a repatriar a los migrantes y ha criticado con fortaleza la que considera actitud pasiva de Colombia frente a esta crisis.
Todas las encuestas señalan que el principal problema que enfrenta ese país es la corrupción, que afectó gravemente al actual gobierno de Laurentino Cortizo y devastó su popularidad. Por ello resulta una gran paradoja el favoritismo de Martinelli, condenado por el llamado caso ‘New Business’ y con dos hijos juzgados y condenados en Estados Unidos por sobornos.
La otra gran preocupación de los panameños es la mala situación económica debida, ante todo, a la pandemia de covid-19 que frenó los espectaculares crecimientos de dos dígitos que traía el país y representó la pérdida de 17 % del PIB en 2020.
Panamá nunca logró superar esa crisis que, por el contrario, empeoró por el abrupto freno al crecimiento económico derivado de la decisión de la Corte Suprema, en noviembre de 2023, de declarar inconstitucional la rentable concesión de una mina de cobre a la empresa canadiense First Quantum Minerals Ltd., lo que ocasionó la pérdida de empleos y, según el FMI, una caída de por lo menos 5 puntos del PIB.
Al mismo tiempo, en los últimos meses se produjo otra caída sustancial de ingresos por la reducción del tráfico de buques por el canal interoceánico, debido a las sequías ocasionadas por el fenómeno de El Niño. La crisis económica aceleró la pérdida de aceptación y popularidad del presidente Cortizo y explica, de paso, el por qué su candidato, José Gabriel Carrizo, aparece en la zona baja de las encuestas.
En el contexto universal las elecciones panameñas son importantes por los juegos de poder entre Estados Unidos y China. Panamá rompió vínculos con Taiwán en 2017 y pasó a la órbita de la República Popular, que lo escogió como el primer país latinoamericano a ser integrado en la Iniciativa de la Franja y la Ruta ‒una potente estrategia de infraestructura global y cooperación internacional‒. Crecen exponencialmente las inversiones chinas en el istmo mientras que las exportaciones panameñas a la potencia asiática pasaron de 46 millones de dólares en 2018 a 1200 millones en 2022. Washington ve con inquietud esa nueva realidad de quien ha sido su aliado fiel y estratégico durante décadas.
Como una especie de Martinelli en cuerpo ajeno ‒cuyo gobierno pese a los debates trajo progreso y bienestar al país‒, Mulino parece hasta ahora invencible, pero también heredó los enemigos y las resistencias de su jefe. Su candidatura fue impugnada ante la Corte Suprema de Justicia por no haber sido seleccionado a través de primarias y carecer de compañero de fórmula, como obliga la Ley.
A pocas horas de las elecciones, la Corte podría fallar en su contra ‒antes o después de los comicios‒, un hecho de extrema gravedad que podría revivir y fortalecer las opciones de quienes hoy parecen derrotados, en el mejor estilo del proverbio: “los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud”…