* Los retos del nuevo mandatario ecuatoriano
* Inseguridad y corrupción, amenazas principales
Un año y medio es poco tiempo y más aún cuando se trata de sentar las bases de un nuevo gobierno, implementarlas y esperar a que empiecen a dar resultados. Sin embargo, ese es el reto que tendrá desde mañana Daniel Noboa, quien a sus 35 años asume la presidencia de Ecuador, siendo el mandatario más joven en la historia de ese país.
No será fácil cumplir en tan corto lapso las grandes promesas hechas por el empresario a los ecuatorianos, más aún porque hay distintos flancos de crisis abiertos en estos momentos, el más grave de ellos relacionado con la necesidad de redoblar el combate al narcotráfico y las mafias que se han tomado a sangre y fuego varias provincias, zonas portuarias y cárceles. No en vano hoy por hoy la tasa de homicidios es de 26 por cada 100 mil habitantes, una de las más altas en América Latina.
Como se sabe, el hijo del magnate empresarial -y varias veces candidato presidencial fallido- Álvaro Noboa solo estará en el poder hasta mayo de 2025, cuando vence el periodo para el que fue elegido el saliente mandatario Guillermo Lasso, quien renunció en mayo pasado ante el riesgo de ser sometido a un juicio político espurio por parte de un congreso dominado por las fuerzas izquierdistas lideradas por el condenado y exiliado expresidente Rafael Correa. Con su dimisión, el Jefe de Estado hizo uso de la figura constitucional de “muerte cruzada”, es decir que llamó a elecciones presidenciales y legislativas inmediatas.
Esos comicios, como se recuerda, estuvieron marcados por la violencia, al punto que fue asesinado días antes de la primera vuelta, en agosto pasado, el candidato presidencial que marchaba segundo en las encuestas, Fernando Villavicencio. Al final, en las urnas se impuso la candidata del correismo, Luisa González, en tanto que Noboa, que había arrancado muy bajo en los sondeos, dio la sorpresa, concitando el apoyo de sectores de centroizquierda y centroderecha que buscaban evitar que la izquierda populista volviera al poder. Ya en el balotaje final, a mediados de octubre, el empresario se impuso en las urnas de forma contundente y desde entonces ha estado trabajando de manera intensa para conformar su equipo de gobierno, viajando al exterior para concretar respaldo financiero y delineando varias medidas de choque que serán implementadas una vez se posesione este jueves como titular del Palacio de Carondelet.
En ese plan de contingencia hay dos énfasis principales. De un lado, se lanzará una estrategia de alto calado para combatir el crimen organizado, con operaciones militares y policiales de amplio espectro en varias zonas del país, la red de prisiones y una ofensiva judicial para desarticular las estructuras narcotraficantes que tratan de ‘dominar’ varias provincias y terminales portuarias. No se descarta, incluso, el apoyo de autoridades estadounidenses en materia de interdicción antidroga.
El segundo frente de acción será la lucha frontal contra la corrupción. Noboa, días atrás cuando recibió la credencial que lo acredita como presidente, fue claro en advertir que se perseguirá y judicializará sin tregua alguna a las mafias que se enquistaron en el poder para esquilmar los recursos oficiales y que, según distintas denuncias, tendrían nexos con las redes criminales vinculadas a carteles mexicanos y colombianos.
A ello debe sumarse que Ecuador, como todos los países, atraviesa una delicada situación económica. Con un crecimiento del 3,3% en el segundo trimestre, las previsiones de crecimiento para el año son, sin embargo, apenas de 1,5%. La baja en el precio del petróleo genera una presión fiscal, pero tiene la ventaja de una inflación muy controlada. Entre las prioridades inmediatas está el proyecto de ley que tramita el Congreso de Estados Unidos sobre preferencias comerciales para las exportaciones de la nación centroamericana.
Para no pocos analistas uno de los principales obstáculos que podría enfrentar Noboa en su corto periodo de gobierno tiene que ver con que el correismo y otras fuerzas de oposición tienen cierta mayoría relativa en el Parlamento. No hay que olvidar que el entrante presidente queda habilitado para buscar la reelección en 2025 y, en ese orden de ideas, es muy posible que la izquierda radical quiera entorpecer la efectividad de su gobierno. Ahora bien, el hecho de que el nuevo presidente del Congreso haya sido elegido con apoyo de ambos bandos envió un mensaje de posible concertación. Aun así, es muy temprano para evaluar si esa colaboración se extenderá a otros aspectos clave de la agenda legislativa prioritaria del Ejecutivo.
Como se ve, Noboa asume la presidencia de Ecuador con múltiples retos y poco tiempo para concretarlos. De su eficacia dependerá si en 2025 podría aspirar a la reelección, teniendo al desgastado pero todavía vigente correismo como principal rival.