* Acceder a posible vacuna no será fácil ni inmediato
* Ojo al riesgo de relajar las medidas de bioseguridad
El clima de esperanza que se está extendiendo en todo el mundo luego del anuncio de la multinacional farmacéutica Pfizer en torno a que desarrolló un proyecto de vacuna que tiene el 90 por ciento de efectividad contra el Covid-19, tiene que manejarse con cabeza fría. Si bien debe celebrarse que, por fin, la ciencia esté encontrando una fórmula viable para combatir la pandemia y vislumbrar la posibilidad de volver a la normalidad en el mediano lapso, todavía se está lejos de empezar a cantar victoria. Todo lo contrario, como bien lo advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo peor que le puede pasar a la humanidad en momentos en que el virus está registrando tasas record de contagio, es que las personas empiecen a relajarse en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad y distanciamiento social, bajo la peligrosa e incierta percepción de que ya hay una cura a la vista.
Hay que ser claros: ni la vacuna de Pfizer, como tampoco la rusa (cuyos creadores dijeron ayer que tiene un 92% de efectividad) ni otros biológicos que están a punto de terminar las pruebas de fase III y anunciar sus resultados positivos, están autorizadas para ser distribuidas y aplicadas a la población en general. Es más, lo que se está contemplando, ante el alarmante rebrote de la pandemia en Europa y Estados Unidos, es que las respectivas autoridades sanitarias y de vigilancia de medicamentos hagan una excepción y permitan que se arranquen las campañas de inmunización a gran escala, pese a que los procesos de certificación de los biológicos no se han culminado al cien por ciento.
Una segunda razón para extremar las precauciones sanitarias, sobre todo ahora que se acercan las festividades de fin y cambio de año, es que incluso si las potenciales vacunas que dicen tener alta efectividad fueran autorizadas para aplicarlas a la población en general, no será fácil para la mayoría de los países poder acceder a dichos biológicos. Lo cierto es que las multinacionales farmacéuticas han sido financiadas en esta etapa de investigación por varios miles de millones de dólares aportados por los gobiernos de las grandes potencias a cambio de ser los primeros en acceder preferencialmente a lotes voluminosos de esos medicamentos. Por lo mismo, las autoridades sanitarias de muchas naciones advertían ayer a sus ansiosas poblaciones que solo hacia el segundo semestre del otro año podrían estar iniciando amplias campañas de vacunación. Si bien la OMS ha llamado a las farmacéuticas y a los países con más músculo financiero a que propicien una distribución global equitativa y con criterio humanitario de las vacunas, privilegiando al personal sanitario, los adultos mayores y quienes presentan comorbilidades de alto riesgo frente al Covid-19, concretar ese propósito no se ve muy factible inicialmente.
Precisamente por ello, en el caso de Colombia, por ejemplo, el plan de acción tiene dos frentes. De un lado, el país hace parte de la red global Covax, que integran la mayoría de las naciones en pos de lograr un acceso rápido e igualitario a la vacuna. Y, por otro lado, el Gobierno ya viene adelantando negociaciones directas con varias farmacéuticas con el fin de comprarles directamente los biológicos e incluso asegurar su envío y distribución en nuestro país con todas las medidas de bioseguridad. Por la primera vía los cronogramas de entrega serían para el segundo semestre del 2021 y en la segunda la idea es que sea en el primer trimestre. Inicialmente se apuesta a adquirir no menos de 15 millones de dosis para la fase uno de aplicación y luego, en las dos y tres, avanzar hacia la inmunización general.
Como se ve, si bien hay optimismo mundial por los primeros anuncios de proyectos de vacunas con alta efectividad, todavía ninguna de ellas terminó su proceso de investigación y de total certeza científica. Tampoco está claro cómo y bajo qué condiciones las autoridades sanitarias (sobre todo de Estados Unidos y Europa) autoricen su aplicación abierta. A ello se suma el referido pulso económico y la prelación que tendrán algunas naciones para acceder a los primeros centenares de millones de dosis del biológico. E incluso es claro que habrá esquemas de inmunización prioritaria, como ya se referenció, empezando por el personal sanitario. Así las cosas, es necesario, entonces, no lanzar todavía las campanas al vuelo ni mucho menos relajar las medidas de prevención y bioseguridad. La pandemia, con casi 51 millones de afectados y 1,2 millones de muertes, está hoy en una de sus fases más críticas y, por ende, es momento de máxima precaución sanitaria. La posibilidad de una vacuna es esperanzadora pero, por ahora, el autocuidado y la disciplina social continúan siendo la única herramienta eficaz para combatir el virus.