En seis días debe empezar a regir el acuerdo logrado semanas atrás en torno al programa nuclear de Irán, que ha tenido en vilo la geopolítica mundial en los últimos dos años.
La semana pasada se dio la última revisión del pacto alcanzado en noviembre último entre los negociadores de la nación musulmana y el llamado del grupo 5+1, que componen delegados de China, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia, más Alemania.
Se trata, sin duda alguna, de uno de los desafíos diplomáticos más difíciles para el arranque del 2014. El acuerdo establece que Irán limitará su programa de enriquecimiento de uranio a menos del 5% durante seis meses, en tanto que por el mismo periodo no se le impondrán nuevas sanciones económicas ni políticas, al tiempo que algunas de las ya vigentes podrían ser desmontadas, especialmente lo relativo al descongelamiento de activos financieros de Teherán en la banca internacional.
El cumplimiento del pacto había caído en un clima de incertidumbre por una diferencia de interpretaciones de algunos de los puntos y compromisos, pero finalmente la semana pasada se logró un total acuerdo sobre los alcances y obligaciones de las partes.
Aunque en toda la comunidad internacional existe optimismo frente al arranque del acuerdo, que desactiva el riesgo creciente de un conflicto bélico de amplio espectro, lo cierto es que sólo el día a día del próximo semestre se sabrá si esta crisis por el tema nuclear queda definitivamente en el pasado.
Mientras que Teherán insistió en que tiene toda la disponibilidad para cumplir los acuerdos, en Washington prima la cautela, tal como lo evidenciaron las declaraciones este fin de semana del propio presidente Barack Obama. Sin embargo, la Casa Blanca quiere darle un margen de acción suficiente al pacto y por ello le pidió a su Congreso que no apruebe un nuevo paquete de sanciones a Irán e incluso advirtió que si lo hace, se acudiría al veto presidencial.
Por ahora, lo importante parece ser que arranque el acuerdo. Irán sabe que esta puede ser su última oportunidad para garantizar que si programa nuclear tiene fines civiles y no la construcción de armas atómicas.
Tras el acuerdo del año pasado que permitió, en extremis, evitar una intervención militar en Siria, y que hasta el momento parece dar resultados parciales en cuanto al desmantelamiento del arsenal de armas químicas del régimen de Bashar al Asad, lo cierto es que debe dársele un compás de espera al tema iraní, pues es claro que siempre será mejor insistir en la diplomacia que acudir a la salida militar.