Tormenta judicial y política en Brasil
El millonario desfalco a Petrobras
El ambiente político y judicial en Brasil, por los continuos escándalos de corrupción que sacuden al país, parece estar llegando a un punto explosivo, sobre todo después de la detención ayer, por espacio de tres horas, del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, para que rindiera declaración ante los fiscales, dentro de las pesquisas por el desfalco millonario a Petrobras. Día a día, y con inusitada frecuencia, se informa de nuevas investigaciones a dirigentes y políticos del Partido de los Trabajadores (PT), el mismo que llevara al poder a Lula da Silva y también a su sucesora Dilma Rousseff. Los analistas locales explican que en tiempos de la bonanza petrolera se sabía que a la sombra del poder, desde que llegó Lula al gobierno, se hacían negocios oscuros, era creciente el cobro de cuantiosas coimas y se impulsaban privatizaciones en las que los intermediarios desfalcaban el tesoro público y llenaban sus alforjas. Se especulaba, entonces, que parte de esos dineros mal habidos servían para las campañas electorales del PT, matriculado ya en el “socialismo del siglo XXI”, a sabiendas que entre más se hablaba de justicia social y de combatir la corrupción, eran mayores los negociados.
En Brasil la corruptela política y de los llamados ‘delincuentes de cuello blanco’ no es nueva ni una planta exótica, casi que llegó a ser parte de la vida nacional y se pensaba resignadamente que era preciso convivir con ella para sostener una democracia inestable y superar los viejos tiempos de las dictaduras militares. Lo que ocurrió es que en los sucesivos gobiernos de Lula y Rousseff, ambos reelegidos, los latrocinios perpetrados por los empleados públicos a todo nivel se multiplicaron, aliados a inescrupulosos empresarios privados y sindicalistas codiciosos, amparados todos en la convicción de que las regalías petroleras serían cada vez mayores e inagotables. No hay que olvidar que Brasil comenzó a explotar crudo a gran escala en el primer gobierno de Lula.
No ha sido fácil para la justicia investigar a funcionarios y ex funcionarios tan poderosos y que se arropan con el poder que ejerce el PT desde el Estado. Varios jueces y fiscales han sido amenazados o atraídos con gruesas sumas de dinero, regalos y toda suerte de ofrecimientos claramente ilegales.
En un momento dado, quienes hoy están en la mira de la justicia por corrupción llegaron a ser los líderes más admirados por la población, que llegó a considerarlos redentores del pueblo por cuanto predicaban el fin de la pobreza y se comprometían a desarrollar el país y sembrar el petróleo. Fueron millones de brasileños los que votaron por los candidatos presidenciales, al Congreso y otros cargos del PT creyendo que tenían el secreto para convertir a Brasil en una potencia y mejorar la condición social de las bases populares. No se percataron que en el entretanto las instituciones se estaban horadando por cuenta de los movimientos de dineros ilícitos y la podredumbre imperante en Petrobras. Mientras la propaganda oficial insistía en pintar un país de maravilla, donde los pobres salían del bache y el capital extranjero se disputaba la posibilidad de invertir, algunos pocos críticos alertaban sobre cifras amañadas que escondían el desastre administrativo y financiero que agobiaba al país.
Rousseff siempre exaltó el gobierno de Lula e hizo su campaña presidencial prometiendo hacer realidad ese anhelo popular de convertir en potencia el país más grande del mundo. Lo hizo sin percibir el descalabro institucional que carcomía el sistema y los efectos nocivos de la corrupción, lo que, sumando la crisis en los precios del petróleo, provocó el desastre financiero de Petrobras.
No era un secreto para los políticos bien informados de la región que Lula visitaba terceros países y dictaba conferencias sobre desarrollo y lucha contra la pobreza, al tiempo que hilaba toda suerte de negocios y conseguía contratos. El fiscal anticorrupción Carlos Fernando dos Santos Lima afirmó que el Instituto Lula, que presidia el ex Jefe del Estado, recibió cerca de 20 millones de reales (unos 5 millones de dólares) en donaciones de las cinco empresas más implicadas en los desvíos en Petrobras. De allí que su detención ayer no fue tan sorprendente, pues se sabía que tras la caída de muchos dirigentes de la estatal petrolera, altos cargos del PT y empresarios privados, más temprano que tarde las pesquisas llegarían a Lula y Rousseff, lo que ya comenzó a ocurrir con la detención temporal del expresidente ayer. El escándalo va a mitad de camino y todo podría pasar.