Una vez más algunos dirigentes de asociaciones de productores del agro están hablando de la convocatoria a un nuevo paro ¿Hay razón para ello? Al decir del Gobierno, desde el Presidente de la República hasta el Ministro de Agricultura, los acuerdos a que se llegó en septiembre pasado y que luego se integraron al llamado “Pacto Agrario” que se suscribió una vez levantada la protesta, se han cumplido. Con cifras en mano sobre giros, inversiones y destinaciones específicas, el Ejecutivo sostiene que las quejas de varios sectores no tienen fundamento.
¿Entonces qué pasa? Hay varias explicaciones. Por ejemplo, es claro que algunos de los dirigentes campesinos que firmaron los acuerdos con el Gobierno no han podido -o querido- explicarles a sus bases que se asumieron compromisos de diversa índole. En otras palabras, que así como había acuerdos que se podían cumplir de forma inmediata, otros requerían una logística y preparación más larga, por lo que sus resultados no se verían en cuestión de unos pocos meses e incluso requerirían más de un año para concretarse, pues se trata de medidas estructurales que, incluso, requieren ajustes normativos y reglamentarios.
El propio Ministro del ramo ha insistido en que de los más de 180 compromisos adquiridos se ha cumplido un buen trecho. El resto están en proceso de ejecución. El seguimiento a la implementación del Pacto es al milímetro y de allí que en recientes reuniones con líderes campesinos y gremios se hayan dado los balances del caso. En ese orden de ideas, si bien es comprensible que exista ansiedad y desespero en algunos sectores del agro que urgen que se materialicen las ayudas, debe explicarse de forma puntual y clara qué se puede hacer en el corto plazo, qué en el mediano y cuáles acuerdos tardarán más tiempo en concretarse. No hay que olvidar que el Pacto no es una inversión cualquiera y que sólo esta semana, por ejemplo, se reiteró que hay más de un billón de pesos para proyectos en el campo.
Pero también existe una segunda explicación: se ha denunciado una manipulación política del campesinado por parte de sectores de oposición al gobierno de turno. No se trata de una denuncia nueva. Es más, en la antesala de los comicios al Congreso también se dijo que había cierta coincidencia entre varios conatos de protestas campesinas y algunas candidaturas al Senado y la Cámara de Representantes.
En los círculos gremiales se habla de una tercera hipótesis y está relacionada con el inconformismo de algunos sectores del campo que no participaron en el pasado paro y que ahora, al ver que se está haciendo efectivo el Pacto, también quieren ser partícipes de la estrategia y consideran que sólo si acuden a la misma fórmula de protesta podrán acceder a esos e incluso más beneficios.
También circulan versiones en torno de que, en el fondo, el Pacto Agrario sí se está cumpliendo pero que algunos líderes campesinos están direccionando a las bases de cultivadores para que ahora, aprovechando la coyuntura electoral, pidan más al Gobierno.
Como se ve, impulsar en este momento un paro agrario lo único que lograría es que se trastoque el ritmo de cumplimiento de lo ya pactado. Si bien es natural que exista afán en ver resultados de todos los proyectos, programas y planes de apoyo, también es necesario un llamado a la sensatez de los líderes del campesinado en varias zonas, con el fin de que el Gobierno y las distintas entidades del orden nacional, regional y local puedan avanzar en los pendientes del Pacto Agrario. Si eso no se entiende, cualquier acuerdo que se haya firmado ayer o que se haga hoy o mañana estará destinado al fracaso pues ante la intransigencia de los voceros de los manifestantes ningún resultado parecerá valedero.