*A dos años del proceso, hay avances
*Apretar el paso es premisa fundamental
La publicación de los tres preacuerdos de las conversaciones de paz en La Habana entre el Gobierno y las Farc es una señal positiva en la medida en que proporciona transparencia. De otro lado, también se demuestran las dificultades de lo que significa llegar a puntos concretos en la Mesa y al núcleo de la negociación, que hasta ahora avizoran la necesidad de desarrollos posteriores. Por lo pronto no hay grandes sorpresas.
En estos días se cumplen, precisamente, dos años desde la inauguración de los diálogos en Oslo, cuando el país fue sorprendido por el discurso radical de la organización subversiva. Hoy el lenguaje es diferente y varias cosas han cambiado, como la creación de sendas comisiones y la reactivación del Consejo Nacional de Paz. De estos instrumentos, en paralelo con la Mesa, aún se esperan resultados, después de flexibilizar un poco la estrategia de negociación que en principio se mostraba bastante cerrada. La publicación de los preacuerdos, de modo integral, hace parte de esa flexibilización, previamente insinuada en los anuncios de campaña durante la cual se lograron y publicaron los enunciados de lo que hoy puede constatarse en versión completa.
Es posible que algunos elementos reiterativos entre los párrafos, con su parte motiva y la exposición de principios generales, resulten en repeticiones innecesarias. Visto el contenido, que es lo importante, puede entreverse que la resultante genérica en todo caso demuestra el trabajo arduo de múltiples sesiones durante 24 meses. Se ha logrado establecer una plataforma en la que se desmenuza, punto a punto, compromisos exhaustivos hasta el detalle mínimo, que si bien para algunos podrán ser circunstanciales, son importantes para las regiones periféricas en donde ha tenido mayor intensidad el conflicto armado interno.
Establecidos los consensos y disensos en los tres preacuerdos en mención, inclusive señaladas las posiciones de cada parte cuando no hay avenencia, se es claro en lo que han decidido dejar para después. Ello explica por qué los documentos vienen señalados como “borradores conjuntos”, entendido a su vez que la estrategia adoptada es la de tomar los elementos de menos pugna primero y los de mayor complejidad después.
De hecho, preguntas fundamentales como la de si los comandantes guerrilleros podrán participar -después de la dejación de armas- en cargos públicos o ser elegidos para el Congreso y los entes regionales y municipales, o cuántas serán las zonas de reserva campesina o durante cuántos años habrá favorabilidades electorales para el grupo desmovilizado, aún no han entrado a resolverse. Se espera que en el Punto 3 (que será el último), relacionado con situación jurídica de los guerrilleros, los ajustes institucionales derivados del acuerdo, el cese el fuego y la dejación de armas, entre otros, todos los interrogantes de grueso calibre se despejen.
En la actualidad se avanza en el Punto 5, que tiene que ver con las víctimas, de suerte que todavía falta por abocar los elementos más álgidos. Es decir que posiblemente la negociación se prolongue hacia el año entrante y después venga el no menos complejo proceso de refrendación popular.
La opinión pública por lo pronto tiene tanto elementos generales como puntuales para analizar. El preacuerdo sobre reforma rural integral se fundamenta en buena parte en las zonas de reserva campesina y el Fondo de Tierras, lo mismo que en la actualización del catastro y la política de subsidios y subvenciones, sin que ello suponga, por ejemplo, suspender el desarrollo de los proyectos agroindustriales que pueden hacer de Colombia una despensa alimentaria hacia el futuro. Asimismo, aunque no parece haberse zanjado este asunto por las diferencias de las partes entre seguridad y soberanía alimentaria, no tendría por qué reñir lo uno con lo otro, si se trata de grandes inversiones nacionales e internacionales. En cuanto a la participación política y las víctimas, mucho se ha venido avanzando aun por fuera del proceso pero, como se dijo, llegará el momento de entrar en los puntos más complejos. Y en cuanto a la sustitución de cultivos ilícitos, después de varias fórmulas en todo caso el Gobierno se reserva el derecho de la aspersión aérea.
En síntesis al proceso, como toda construcción, poco a poco se le van poniendo los cimientos y puede decirse que se ha llegado, por lo menos, a mitad de camino. Sabido está que un proceso muy largo es desgastante para el Estado, aún más sin cese de fuegos a la vista, donde apretar el paso sigue siendo fundamental al éxito.