Muy preocupantes las conclusiones del informe publicado ayer en este Diario en torno al aumento de los bloqueos en la Vía Panamericana, sobre todo en los departamentos de Cauca y Nariño.
Los voceros del gremio transportador indicaron que solo este año ya se han contabilizado más de 39 cierres de esa autopista por circunstancias relacionadas con protestas de las comunidades y distintos sectores regionales y locales.
Se trata de una circunstancia muy complicada, debido a que esta vía es el principal corredor de comunicación terrestre entre el centro y el suroccidente del país. Si bien hay algunas carreteras alternas, no están en buen estado ni adecuadas para el tráfico permanente de vehículos de alto tonelaje.
Aunque en los últimos años ha sido recurrente que indígenas, campesinos y otras comunidades de los dos departamentos mencionados e incluso del sur del Valle acudan al bloqueo de la Panamericana como principal eje de presión para concitar la atención del Gobierno nacional y demás autoridades, en lo corrido de 2024 la situación ha sido más crítica. Ya van 39 cierres en siete meses, superando los 31 que se registraron en todo el 2023. Un dato que ilustra la gravedad de esta situación es que esta carretera ha sido taponada este año cada cinco días en promedio.
Las pérdidas diarias por cada interrupción del tráfico son millonarias. Los gremios del transporte advierten que el impacto puede ser superior a los 15.000 millones, tanto por el parque automotor inmovilizado como por los productos que se echan a perder, sobre todo aquellos perecederos, como la leche y otros productos agropecuarios. La dinámica de negocios también se ve muy afectada.
El turismo en Nariño y Cauca también afronta una difícil situación, ya que por los continuos cierres de la vía el flujo de viajeros se disminuye de forma permanente, afectando no solo la asistencia masiva a muchos atractivos en el suroccidente del país, sino a decenas de miles de personas que derivan su sustento diario de esta actividad.
Como si fuera poco, la Vía Panamericana es la principal carretera para viabilizar el intercambio comercial con Ecuador y Perú, que es clave para el dinamismo productivo de toda la región, ya que es el factor de movimiento prioritario de productos, bienes y servicios.
Otro de los elementos más repetidos en este escenario es el relacionado con que la mayoría de las protestas que afectan el flujo vehicular por esta importante arteria vial tienen como motivación el incumplimiento recurrente de acuerdos y promesas hechas por el gobierno nacional central.