El Vaticano dio a conocer esta semana la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe “Dignitas infinita sobre la dignidad humana”, en la que hace importantes precisiones sobre aspectos fundamentales para la feligresía.
Sobre el aborto, por ejemplo, reitera que la Iglesia no cesa de recordar que “la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y vale desde el momento de su concepción hasta su muerte natural”.
En ese orden de ideas, se reiteró que, partiendo de este valor intangible de la vida humana, el magisterio eclesial se ha siempre pronunciado contra el aborto. “Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo”, precisó la Declaración.
Otro de los temas clave tratados fue el de la maternidad subrogada. En este asunto, el Vaticano enfatizó que la Iglesia se posiciona en contra de esta práctica “mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto”.
Trayendo a colación declaraciones del Papa Francisco, la Declaración sostiene que “la práctica de la maternidad subrogada viola, ante todo, la dignidad del niño. En efecto, todo niño, desde el momento de su concepción, de su nacimiento, y luego al crecer como joven, convirtiéndose en adulto, posee una dignidad intangible que se expresa claramente, aunque de manera singular y diferenciada, en cada etapa de su vida. Por tanto, el niño tiene derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente humano y no inducido artificialmente, y a recibir el don de una vida que manifieste, al mismo tiempo, la dignidad de quien la da y de quien la recibe”.
Se recalca que “el reconocimiento de la dignidad de la persona humana implica también el reconocimiento de la dignidad de la unión conyugal y de la procreación humana en todas sus dimensiones. En este sentido, el deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un ‘derecho al hijo’ que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida”.
Finalmente se advierte que la maternidad subrogada viola, al mismo tiempo, la dignidad de la propia mujer, ya que “… se desvincula del hijo que crece en ella y se convierte en un mero medio al servicio del beneficio o del deseo arbitrario de otros. Esto se contrapone, totalmente, con la dignidad fundamental de todo ser humano”.