*Somos muchos y decisivos
*Democracia, libre empresa y justicia
Se instala hoy el Congreso, luego de tres esforzadas y duras campañas políticas que polarizaron el país. Primero fue la parlamentaria y luego la presidencial, esta última sin duda más reñida y con sorpresivos resultados, como que en la primera vuelta ganó el candidato de la oposición y la segunda se convirtió en un pulso político en el cual intervinieron todos los partidos y corrientes en procura de seguir en el poder o tomarlo por la fuerza de los votos. En ese balotaje definitivo, el presidente Juan Manuel Santos se jugó a fondo, movilizándose por todo el territorio junto a su compañero de fórmula Germán Vargas Lleras y el equipo de campaña. Esas visitas a pueblos y zonas rurales fueron decisivas para ganar departamentos como Nariño, donde había triunfado en la primera vuelta y, aunque hubo cambio de postura de algunos dirigentes para la segunda, la base conservadora se mantuvo fiel a la causa reeleccionista.
En la Costa, en especial en Atlántico, la votación obtenida por los tres senadores azules supera sorpresivamente a los demás partidos. En las presidenciales el potencial conservador se hace sentir, sobre todo en la segunda vuelta cuando los dos millones de votos de la base del partido, más los que se deslizaron del otro bando, le dan el triunfo a Santos. Sin esos votos conservadores a favor de la continuidad gubernamental es posible que la oposición hubiese ganado la Presidencia en la primera vuelta y sin los mismos, pero en mayor volumen, no se habría alcanzado el triunfo en la segunda, junto, claro, al aporte de las otras fuerzas políticas que respaldaron la reelección. Con revisar los resultados del Valle del Cauca, de Nariño, la Costa y otras regiones se prueba matemáticamente el hecho político referido, pese a que algunos no perciben esta realidad y se dejan guiar por las apariencias y los análisis superficiales. Lo mismo se puede decir del Centro Democrático, en donde fueron muchos los votos conservadores que, como en el Cauca y otras regiones, favorecieron sus listas.
Esa visión realista de la política nos permite destacar que lo conservador continúa siendo el baluarte de la democracia colombiana. Una circunstancia de la que no parecen darse cuenta algunos dirigentes y militantes del propio partido, en tanto los contrarios políticos sí lo advierten y por eso buscan a cada elección y en los momentos más decisivos debilitar al conservatismo e, incluso, ensombrecer sus triunfos. Por lo mismo, la grande y decisiva votación que la colectividad y sus bases pusieron en las justas por la Casa de Nariño debe constituirse en un estímulo para dar un apoyo sugestivo e inteligente a sus iniciativas en el Congreso. La experiencia de nuestros senadores y representantes debe emplearse a fondo en los grandes temas nacionales y no desgastarse en asuntos menores. Persiste en algunos conservadores un cierto complejo de minoría que no tiene razón de ser, puesto que el potencial político y electoral de la colectividad quedó más que comprobado en este primer semestre. Es un hecho que invita a la reflexión, tanto a los conservadores como al Gobierno. Es preciso que el presidente Juan Manuel Santos gobierne con base en lo que prometió en campaña y fundamental que los legisladores conservadores, desde su visión política doctrinal, acompañen esa tarea por el bien común y la Nación. Ese puede ser el punto de encuentro de ambos baluartes de la política actual, puesto que lo conservador no se debe limitar al apoyo del Ejecutivo, sino que tiene ahora que ir más lejos y presentar sus propias iniciativas en política social, militar, petrolera, educativa, salud, medio ambiente, justicia, apoyo a las regiones, la agricultura, el proceso de paz así como a una estrategia internacional moderna.
Lo conservador tiene mucho que dar al país. Nosotros somos los campeones del desarrollismo que defendió en su momento Álvaro Gómez, sin que por entonces lo entendieran las otras fuerzas antagónicas. Somos el muro contra el populismo y la demagogia. Lo conservador defiende un Estado fortalecido y democrático. Lo conservador está por la supremacía del derecho frente a las interpretaciones acomodaticias y politizadas de los jueces. El conservatismo se la debe seguir jugando por esos principios tutelares y la defensa a ultranza de la empresa privada, para mantener un crecimiento económico que permita elevar el nivel de vida de todos los colombianos. Compartimos el sentido de justicia social que defiende la doctrina de la Iglesia Católica y favorecer al pueblo es nuestra bandera.