Levantar patentes, cuestión de humanidad | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Mayo de 2021

* OMC tiene llave para acelerar vacunación

* Pandemia no respeta fronteras ni pasaportes

 

En momentos en que los contagios y muertes por el covid-19 se aceleran en muchas partes del planeta, empieza a vislumbrarse una luz, desafortunadamente lejana todavía, en torno a la posibilidad de que se levanten las patentes que impiden una producción en masa y en todo el mundo de las distintas vacunas contra el coronavirus, que ya suma más de 3,2 millones de víctimas fatales a nivel global.

La decisión de los gobiernos de Estados Unidos y de Rusia de mostrarse a favor de la campaña de muchas otras naciones para que se suspendan temporalmente los derechos de propiedad intelectual sobre los biológicos que se han desarrollado para frenar la pandemia, constituye un punto de inflexión en esta cruzada mundial para acelerar la vacunación.

Tanto la Organización Mundial de la Salud como las Naciones Unidas consideran que es crucial el hecho de que las potencias, que son a la vez las naciones a donde se ha dirigido gran parte de la producción de vacunas, se muestren a favor de levantar las patentes.

Si bien es cierto que desde el año pasado India y Sudáfrica solicitaron oficialmente a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que los biológicos fueran declarados como bien público universal, de forma tal que las fórmulas para producirlos se compartieran a nivel global y todas las naciones accedieran a los equipos y tecnologías para fabricarlas, es claro que dicha petición -a la que se han sumado decenas de gobiernos desde entonces- se ha estrellado con la negativa de las multinacionales farmacéuticas y de algunos de los países en donde estas tienen sus principales sedes.

Está visto que por más que hoy en el mercado ya existan, por lo menos, seis vacunas que han recibido autorización de emergencia por parte de la OMS y de las agencias de medicamentos de Estados Unidos y Europa, así como de otras instancias trasnacionales, no por ello la inmunización de la población mundial se ha acelerado de forma sustancial. Incluso se presentan paradojas tan impactantes como que India, uno de los países con más plantas de producción de vacunas, pertenecientes a varios gigantes farmacéuticos, es hoy por hoy la nación más afectada de todo el planeta cuanto a nuevos contagios y decesos al día. Solo el jueves reportó 4.000 fallecimientos y más de 412.000 infecciones.

Ahora bien, más allá de las decisiones políticas de Estados Unidos y Rusia a favor de flexibilizar las patentes, hay tres circunstancias con las que se estrella esta posibilidad, sobre todo en el corto tiempo.

En primer lugar, ya las multinacionales que producen las vacunas mostraron su desacuerdo con esta alternativa, señalando que invirtieron billonarias sumas en la investigación y desarrollo de los biológicos. Aducen que no recibir una contraprestación económica al respecto no solo afecta sus finanzas sino la posibilidad de seguir mejorando la efectividad de los medicamentos contra el covid-19 y otras enfermedades y patologías.

En segundo término, es claro que el proceso de suspensión de estas patentes no es automático. De hecho, debe surtirse ante la OMC un intrincado mecanismo que, en el mejor de los casos, tardaría varias semanas o meses, y ello si algunos de los laboratorios que ya tienen biológicos aprobados en el mercado aceptan alguna fórmula para ceder sus derechos de propiedad intelectual.

Pero no son los únicos obstáculos de peso. Hay un tercero que, incluso, podría ser más complicado de superar que los anteriores. Muchos países no cuentan con la tecnología, talento humano ni los equipos para poder producir de forma masiva y rápida las vacunas, por más que tengan a la mano las respectivas fórmulas. Es más, ya de por sí hoy existe una grave escasez de insumos en este campo, debido a la competencia de los laboratorios para hacerse a ellos.

Es evidente que la dimensión casi imparable de la pandemia del covid-19 exige medidas excepcionales. La plusvalía del sector farmacéutico y las normas de protección de propiedad intelectual a nivel global no pueden constituirse en obstáculos insalvables. Cada día que se demora el acceso libre de los gobiernos a las vacunas, son miles de vidas las que se pierden en todo el globo.

Como bien lo han insistido las autoridades sanitarias nacionales, continentales y mundiales: la pandemia no respeta fronteras ni reconoce pasaportes. Si no existe una respuesta mundial coordinada y de amplio espectro en materia de vacunación, la emergencia sanitaria seguirá presente, incluso en aquellas naciones desarrolladas en donde las campañas de inmunización van más adelantadas. En un mundo globalizado la inmunidad de rebaño debe ser global. Una cuestión de humanidad.