Por la internacionalización de Petrobras y que cotiza en la Bolsa de Nueva York, en los casos sonados de corrupción de empresas gigantescas que en sus países de origen logran acallar los escándalos, la cosa se pone color de hormiga, puesto que la justicia de Estados Unidos ha entrado a analizar los casos de corrupción en la gestión de esa compañía de nuestra región durante los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff. No se trata de que el Partido de los Trabajadores haya inventado la corrupción, lo grave es que la misma aumenta de manera grotesca y son tantos los millones en juego, como el poder de las influencias políticas, que con buenos abogados los implicados logran evadir la justicia. Se ha establecido que el PT recibió comisiones entre el 1% y el 3% de todos los contratos petroleros entre 2004 y 2012.
En pasada campaña electoral del Brasil, Neves apeló con ardor a la denuncia de los negociados y el tráfico de influencias en Petrobras, lo que influyó para que la masa de brasileros se enterara del asunto y que el terremoto político que se produjo por los debates en televisión el pueblo abriera un tanto los ojos, siendo la clase media la que más ha reaccionado y exigido que se sancione a los culpables. El gobierno de Dilma Rousseff ha tratado de echarle tierra al asunto e insiste en advertir que la Presidenta hará rodar las cabezas de los culpables sin importar su militancia política. La oposición señala que el PT y la campaña de la Presidenta financiaron en parte su campaña con dineros de los negocios ilícitos en Petrobras. Financial Times, de Londres, afirma que por esas denuncias y dado que la justicia de Brasil va en cámara lenta, ha iniciado una investigación. De inmediato la señora Rousseff se apresuró a declarar que: “Petrobras cotiza en la Bolsa de Nueva York y es parte de las reglas del juego que sea investigada”. Por lo que los “Estados Unidos tienen que inspeccionar si hay ciudadanos estadounidenses involucrados en alguna irregularidad”.