La revolución desarrollista | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Julio de 2014

*El reto del presidente Santos

*Alternativa del Congreso

ES  común confundir el crecimiento vegetativo con el avance en materia desarrollista, lo que corresponde a una visión o análisis simplista de los hechos. El crecimiento de la población no, necesariamente, significa un incremento comparativo en el desarrollo. Los expertos saben que el aumento vegetativo de la población repercute en más necesidades por resolver, más demandas de recursos en especial en los sectores desamparados de la población, que de no resolverse pesan en la sociedad como una roca colgada al cuello de quien está a punto de ahogarse en aguas turbulentas. Por esa razón hemos planteado en diversas oportunidades la necesidad de propiciar por medio de lo conservador y las fuerzas afines de orden, una apremiante y honda revolución desarrollista. Lo conservador a lo largo de la historia ha sido el gran promotor del cambio dentro de la evolución institucional y la legalidad. En tal sentido se debe aceptar el reto del presidente Juan Manuel Santos, que indica que el Congreso que se acaba de instalar se comprometa a fondo con la paz, se convierta en un promotor de paz, en un campeón de la paz. Si la presente legislatura se liga con la paz y le presta ese gran servicio a la sociedad colombiana, podría lavar la cara de la institución hoy tan desacreditada y cuestionada por los colombianos.

En lo que atañe a lo conservador, nuestra  doctrina social va acorde en lo fundamental con lo que sostiene la Iglesia Católica al respecto, en tanto aquí debemos  atender en lo particular la relación con el realismo político y el medio, muy distinto en su evolución al  europeo, nuestro  compromiso social es con el bien común. No estamos de acuerdo con el desarrollo desigual que impera hasta hoy, que marca la abismal diferencia entre el campo y las ciudades. En las zonas de la periferia, por la ausencia del Estado, la inoperancia del mismo, el desorden imperante, la inseguridad campea y las bandas armadas aplican la ley de la jungla. No es justo que en las ciudades las fuerzas policiales y la autoridad subsistan en medio de grandes ataques y desafíos, en tanto las Fuerzas Armadas en la periferia del país cumplen  el deber de librar una guerra cruel contra los alzados en armas, que fomentan los negocios ilícitos, reclutan niños por la fuerza y corrompen comunidades de gentes buenas y trabajadoras, que en el cruce de fuego entre los bandos terminan por aceptar a regañadientes el yugo subversivo.

Es preciso tener un propósito nacional que consiste en movilizar las energías colectivas a la revolución desarrollista de la periferia del país. Objetivo en el cual las Fuerzas Armadas deben cumplir papel fundamental. Lo conservador debe aceptar el reto que le lanza el presidente Juan Manuel Santos y propiciar desde el Congreso, la Academia y los medios de comunicación, como la empresa privada,  junto con las comunidades en conflicto, la inversión en esas zonas periféricas. Se trata de hacer algo similar y aun de mayores proporciones a lo que concibió Alemania Occidental cuando incorporó a los ciudadanos de la antes zona comunista separada por el muro de Berlín, al desarrollo. En el caso colombiano la riqueza de la periferia donde campea la violencia es proverbial, la miseria se asienta sobre la región con mayor riqueza natural y, paradójicamente, la más atrasada del país. Revolución por el desarrollo que se debe forjar  aprovechando los aciertos de Brasil al respecto en el serrado de la Amazonia, sin cometer los atentados al medio ambiente y contra los indígenas que han ocurrido es el país vecino. Se trata de aprovechar las investigaciones y experimentos del Brasil, para aplicarlos en Colombia y mejorar los tiempos y posibilidades de desarrollo, para eso está el intercambio tecnológico y la negociación en materia de inversión. Y se debe ir pensando en planificar una urbe en esa zona,  que se convierta en  un gran polo civilizador desarrollista.