El Papa Francisco continúa impactando al mundo, no solo con la sencillez que lo distingue, sino con la forma natural y amable en que defiende la doctrina del amor y la fe, bases de la religión católica, apostólica y romana.
El viernes pasado, en un pronunciamiento que causó múltiples comentarios en las redes sociales y los medios de comunicación, el Pontífice instó a los matrimonios a no irse a dormir disgustados, por más fuerte que hubiera sido el conflicto de la pareja en el día.
El máximo jerarca católico advirtió que una de las causas de las separaciones de las personas casadas no estaba tanto en la naturaleza de los desencuentros, sino en que ninguno de los dos aplicaba la filosofía del perdón a tiempo. Y con base en esa conclusión, el Papa Francisco llamó a las nuevas parejas de esposos a reflexionar sobre esta deficiencia y apostar siempre por el ánimo de reconciliación y el perdón mutuo y sincero.
“Quizá no supieron perdonar a tiempo. A los nuevos esposos les doy este consejo: nunca terminen la jornada sin firmar la paz. Aun cuando hayan volado platos”, agregó.
Sin duda el mensaje va más allá del efectismo de una frase o el ingenio de una metáfora. No son pocos los diagnósticos sobre las causas profundas de la desintegración familiar que coinciden en que el principal móvil de los rompimientos y crisis es la falta de comunicación y la forma en que los integrantes de una relación se van alejando emocionalmente, por más que ocupen el mismo espacio.
“Lo más importante es pedir perdón y aceptar las disculpas de los demás perdonando”, dijo Francisco, al tiempo que agregó que “a veces pienso en los matrimonios que después de tantos años se separan: nos hemos alejado”.
En los pocos meses que el Cardenal argentino lleva en el llamado Trono de San Pedro no sólo ha logrado revivificar la fe y entusiasmar a millones de fieles que habían ido tomando una posición fría, pasiva y distante de la Iglesia, sino que su carisma lo evidencia como un Papa cercano, amable, sencillo y capaz de comprender que errar es de humanos y lo importante es tener voluntad de contrición y rectificación.
A la feligresía le queda cada día más claro que, como él mismo lo ha reconocido, una de las columnas vertebrales de su papado será la de “reconocer los propios errores, pedir perdón, aceptar disculpas”.
No en vano el mensaje respecto a cómo resolver las crisis matrimoniales lo dio desde la catedral de San Rufino en Asís, el poblado italiano en donde nació San Francisco de Asís, símbolo de la humildad y de la Iglesia al servicio de los más pobres y necesitados.
No hay que olvidar que semanas atrás el propio Papa se reconoció como un pecador y llamó a todos los católicos a reflexionar sobre el comportamiento de cada uno, encontrar en qué se está fallando y proceder al respectivo correctivo. Si bien esta ruta no es nueva, sí tiene más impacto e influencia cuando lo dice un Papa del estilo inédito de Francisco.