Sigue la violencia en la Franja de Gaza, mortandad que nos recuerda que desde los tiempos bíblicos las tensiones y roces entre árabes e israelitas han derivado repetidas veces en sangrientas guerras. Israel, en algunas áreas del desarrollo y el armamentismo, es una potencia regional. Al parecer, cuenta con la bomba atómica que, como es obvio, no podría utilizar contra los palestinos en su propio territorio ni en Gaza, en donde cae una lluvia de bombas a diario. Los comandos israelitas son de los más eficaces del globo y han mostrado la capacidad de actuar con precisión y efectividad en cualquier país. Es conocido que su Fuerza Aérea y la ayuda satelital le dan una ventaja enorme para combatir a las milicias del Hamas. El sistema antimisiles le ha permitido al estado judío neutralizar gran parte de los ataques lanzados desde Gaza o el Líbano.
Según The Wall Street Journal, las milicias de Hamas se han modernizado y parecen más efectivas ya que pasaron de usar misiles artesanales a manejar un arsenal fabricado en Irán, con cohetes de un alcance entre 75 kilómetros y 80 kilómetros. Se cree, además, que podrían tener otros de mayor potencia que amenazarían a sectores estratégicos de Israel. En respuesta a los ataques, el gobierno de Benjamin Netanyahu adelanta bombardeos selectivos sobre Gaza.
Lo cierto es que la violencia entre las partes va en aumento desde que se descartó la sugerencia de Egipto para llegar a una tregua. La marina de guerra y la aviación israelí protagonizan, por tanto, una fuerte ofensiva militar, apoyada en las aeronaves no tripuladas o “drones”, que señalan los blancos, en tanto Hamas ensaya los suyos. Aún así, pese al cerco por mar de Israel, comando de Hamas rompen con frecuencia el bloqueo.
La cuestión es tan grave que la aviación de Israel ahora lanza sobre la zona de conflicto miles de folletos en lo que se les pide a 100.000 palestinos que abandonen sus residencias. Las casas de varios dirigentes y militantes palestinas han sido destruidas. Según fuentes oficiales de Israel, con los bombardeos se han alcanzado más de mil objetivos para neutralizar a los comandos de Hamas. En el entretanto, aumenta la cifra fatal de los ataques cruzados de los últimos días, llegando a 220 muertos y no menos de 1.500 heridos. Y paralelo a ello la diáspora palestina crece de manera dramática y dolorosa.
La posibilidad de un arreglo pacífico como el que sugiere el papa Francisco se posterga. Los sectores radicales de ambos bandos cobran fuerza y exigen a cualquier precio eliminar el enemigo. Las milicias palestinas no se arredran con los bombardeos y los israelitas, a su turno, se acostumbran a vivir en medio de alarmas y llamados al combate, lo que alienta el discurso de los que reclaman una intervención militar mayor y ocupar los territorios de Gaza, como lo hicieron en otras guerras.
La región, pues, está en llamas y se mueven nuevos grupos armados por la guerra civil en Siria y en Irak, lo que hace prever que una tregua no está cerca.
Las gentes pacíficas del globo, así como de Israel y Palestina, temen que se extienda el conflicto armado en un vecindario regional que todos saben es un polvorín religioso, político y bélico. De allí que se renueven los esfuerzos para conseguir un cese el fuego y evitar la posibilidad de una ofensiva terrestre de Israel que concentra un poderoso Ejército de más de 40.000 hombres presto a cruzar la frontera y ocupar extensas zonas de la castigada Gaza. Si ello pasa, la guerra podría incendiar a todo Medio Oriente.